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La naranja
texto ganador del "Nuevo concurso de prosa"



- Abuelito, ¿cómo era la navidad cuando eras chico?

- ¿Que dices? Repíteme por favor, gritó el viejo llevándose la mano al oído formando una corneta acústica.

Julio se acercó y le gritó la pregunta al oído, lo que tuvo como resultado la interrupción de risas y conversaciones en el salón de la casona de los abuelos. Los niños se acercaron y se sentaron en ronda en el suelo, el viejo carraspeó, se pasó la mano por los bigotes y terminó en la punta de su larga barba blanca, preparándose para contar la historia que seguía fascinando a toda la familia.

Aquí es verano, empezó, pero en Suiza el veintiuno de diciembre empieza el invierno y nieva muchísimo. Todo está blanco, y nunca se nos ocurrió cortar un árbol para ponerlo dentro de la casa, porque el pueblo estaba rodeado de árboles, todos con las ramas cubiertas de nieve, que es el más hermoso de los adornos.

Todo el mundo seguía la historia con gran atención para comprender el acento extranjero que el abuelo nunca había perdido. El anciano declamaba la historia con la mirada sumergida en ese pasado que parecía vivificarlo.

Hacíamos batallas de bolas de nieve fenomenales, formábamos dos equipos y mientras unos levantaban un gran montículo de nieve para protegernos, el resto preparaba bolas de nieve en gran cantidad. Volvíamos a casa con las mejillas rojas y antes de entrar, aunque a ustedes les parezca raro, nuestros padres nos frotaban las manos con nieve para calentarlas, luego nos quitaban toda la ropa para ponerla a secar cerca del fuego y nos pasaban ropa seca.

El abuelo se calló sumido en los recuerdos, todos respetaban su silencio, esperando la reanudación de esa historia que los hacía sentirse más cerca del anciano sordo y gritón que más los amedrentaba que otra cosa. “Tuvimos una infancia feliz, nos contentábamos con cosas simples, nuestra vida nos bastaba, no deseábamos tener más.” Nuevo silencio, nueva espera, todos querían hacer durar ese momento mágico que les evocaba imágenes tan diferentes de las que conocían.

El abuelo volvió a carraspear y prosiguió su relato: en el pueblo celebrábamos la navidad con una deliciosa cena y un pastel de miel. A veces íbamos donde mi padrino que vivía en Lausana, una ciudad grande a orillas del lago Lemán. Allí cantábamos, recitábamos poesías, y jugábamos con nuestros primos hasta caernos de agotamiento. Antes de acostarnos dejábamos los zapatos a orillas de la chimenea, y por la mañana descubríamos en uno de ellos una naranja y en el otro dos o tres nueces. En esa época, las naranjas eran frutas de lujo, con gusto a países lejanos.

Esa naranja era para nosotros... maravillosa, la observábamos sin atrevernos a tocarla, y cuando por fin la tomábamos, la rodeábamos con nuestras manos, para hacer durar el placer. La olíamos hasta el cansancio y después de un tiempo la pasábamos a mi madre que la pelaba con infinito cuidado para obtener un largo serpentín que colgaba en la cocina, y dejaba secar para preparar deliciosas tisanas de invierno. Y que decir del momento en que el delicioso fruto tocaba nuestro paladar, mi madre nos pasaba los gajos uno a uno, acercándolo hasta casi tocar nuestra nariz para que brillara y fuera más hermoso, nos decía. Los niños de entonces nunca olvidaremos esa naranja navideña.

El abuelo cerró los ojos y se quedo muy quieto, evocando sus recuerdos. Los adultos hicieron señas a los niños para que se levantaran sin hacer ruido. El momento mágico había pasado.



Texto agregado el 05-02-2011, y leído por 467 visitantes. (11 votos)


Lectores Opinan
11-11-2013 Qué hermoso cuento! Y que manera tan bella de narrarlo. ***** Romie
14-04-2013 ¡ Qué lindo relato loretopaz ! Lo disfruté. Y me quedé pensando en la belleza de una vida sencilla. Gracias por compartirlo. MarceloE51
16-02-2013 Tal vez, había llegado ya el momento trajico. Y antes de que las lágrimas hicieran acto de presencia, los adultos decidieron proteger a los niños. El relato tiene un alto grado de credibilidad y despierta en el lector reminicencias de la relación con nuestros abuelos. Te felicito, sigues desplegando ternura. fragoncum
13-09-2012 Tiene magia tus letras para describir momentos normales. Felicidades elpinero
09-05-2012 Los arboles de naranja abundan en San Pedro,y debe ser una ciudad muy olorosa, u aromática. Por otro lado, si la costumbre de adornar el árbol de navidad no viene de los lugares nevados, de donde viene? Costumbres foráneas que se adoptan. Merecedor premio ¡ Gracias! efelisa
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