RECORDANDO TIEMPOS IDOS
(Sugonal)
Este año mis vacaciones no las pasaré en una carpa a la orilla del mar en esa larga y hermosa playa entre Tongoy y Puerto Aldea haciendo lo que me apasiona: pescar y escribir.
Desde el 24 de Enero estoy en la que fue mi casa en la caleta de pescadores de Carrizal Bajo, 40 kilómetros al norte del Puerto de Huasco en la costa de la Tercera Región de Atacama, levantada hace diez años con esfuerzo, sacrificio económico, dedicación y amor.
Fue “nuestro proyecto”. Y digo nuestro proyecto ya que no podría desconocer el aporte para que se hiciera realidad de parte de mi pareja de aquel entonces, que en nuestra relación de casi veinte años me dio el único hijo varón que tengo.
Se quedó con la casa pues el sitio donde se construyó es suyo. No hubo discusión, peleas o argumentos. Sólo un acuerdo tácito.
Hace años que vivimos separados. Bajo nuestros respectivos puentes mucha agua ha pasado en su camino el mar. Pero seguimos siendo buenos amigos.
Ella eligió, creo que estaría mejor dicho fue obligada por circunstancias familiares, regresar a Vallenar su ciudad natal en el Norte Grande para hacerse cargo del cuidado de su madre víctima de un grave accidente.
La vida continuó y, como ocurre a menudo, la ausencia hizo el resto. Rehizo su vida en el norte, cumplió y cumple cabalmente cuidando a su madre ya muy anciana e impedida
y, a no mucho caminar, me remplazó por un hombre trece años menor que ella.
Y la olvidé. Sólo quedaron recuerdos que hoy estoy reviviendo y sobre los cuales escribo.
Por mi parte, en mi soledad conocí a una mujer de la cual me enamoré a primera vista. Más que enamorarme, ahora estoy seguro que sentí una gran admiración por ella pues tenía el don de la creación artística y el espíritu sensible de una artista, compartíamos ideas, emociones y expectativas.
Aunque mi sentimiento duró varios años hubo poco contacto personal, casi nada diría yo. Ella es casada y tiene hijos. Mujer de grandes ambiciones personales en el arte de las letras, particularmente en el campo de la poesía, siempre pensé que llegaría a ocupar un lugar entre sus pares y aún lo pienso.Vive por y para la poesía, y cuando así lo siente puede esgrimir su pluma como una afilada espada con increíble fuerza utilizando metáforas poco comunes.
Volviendo al tema, sería injusto de mi parte no mencionar lo mucho que hizo mi ex pareja por su casa en la playa. Así, con esfuerzo y tesón en unos setenta metros cuadrados logró equipar dos dormitorios con literas y camas de plaza y media y un dormitorio con cama matrimonial. Una pieza de baño amplia y funcional, con azulejos de pared a pared.
En el living comedor nada ha cambiado, y están allí todas las ideas que desarrollamos juntos y pequeñas cosas tal como quedaron al separarnos.
En una pared frente al comedor, cinco cuadritos con botellas de vino polvorientas, algunas copas semi llenas, trozos de queso, nueces y almendras. Frente al living un gran cuadro que compré en la Feria Persa Bío-Bío en Santiago, de una mujer desnuda que encontré parecida a ella, con un ramo de flores en sus brazos, senos al descubierto y los tallos de las flores cubriendo sus partes pudendas. A los costados temas marinos, un velero navegando en un temporal desatado, un réplica real de los nudos marineros, una mujer alimentando a su infante sentada sobre una roca a la orilla del mar…
En la pared del fondo del living un hermoso armario con buques en miniatura hechos por mí cuando era mi “hobby” que dejé y no he retomado, tres cuadros de un conocido acuarelista boliviano con temas del altiplano que adquirí mientras trabajaba en aquel país en 1996.
Algunos muebles antiguos que traje de mi casa en Santiago y que ella hizo restaurar. Chucherías típicas de diversos lugares que recorrimos en el norte donde se destacan figuras hechas en combarbalita, ceniceros, candelabros, lo típico, algunas fotografías enmarcadas de su familia.
La cocina es obra total de ella. Utilizó puertas antiguas de mi casa en Santiago, hojas de nueve vidrios cada una para formar un armario donde guarda copas, vasos, platos, servicio y que también le sirve como despensa. La cocina la traje de Santiago, tiene horno aparte y cuatro quemadores que hizo adaptar para gas licuado, todo funcionando perfectamente.
Prefiero no ocupar luz eléctrica. Me ilumino con velas y me siento más inspirado para escribir..no miro televisión, sólo escucho algo de buena música que también ayuda y algunas noticias desde una emisora en Puerto Huasco.
Hoy, cerca de las siete de la mañana salí a la terraza de la casa. A diferencia de otros días, no hay viento.Todo está en calma. Tengo una sensación de equilibrio natural como pocas veces la tuve. Silencio casi total roto por esporádicos graznidos de gaviotas saliendo al mar por su alimento. Lleno mis pulmones de aire puro y, como lo hago cada mañana, le doy gracias a Dios por un nuevo día y vuelvo a sentir en mi alma lo admirable que es Su nombre en toda la Tierra.
Si de pescar se trata, iré al muelle y veré si encuentro algunos de mis amigos pescadores y pedirles que me lleve a una de sus noches de trabajo, hacerme de un buen par de corvinas, sierras o reinetas, y cocinarlas en ese antiguo horno que todavía funciona de maravillas…
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