El ladrón de tumbas

Esto sucedió en Pirque, pequeña localidad en la precordillera de Santiago.
La gente empezó a notar, cuando iban a ver a sus muertos al cementerio local, que sus tumbas habían sido violadas, saqueadas y robadas por algún desquiciado.
Dieron cuenta de ello a la policía, pero fueron infructuosas todas las diligencias para encontrar al culpable.
El ladrón de tumbas y su actuar estaba envuelto en un misterio.
Este tipo supuestamente no tendría miedo alguno, ni temor de entrar de noche al cementerio para ultrajar las tumbas, incluso robándoles a los cadáveres sus dientes de oro.
Siempre actuaba de la misma forma.
Esperaba las noches con neblina y se deslizaba hasta el cementerio, saltaba una puerta y procedía a cometer su deleznable
acción.
Una noche de aquellas, después de cometido su infame acto, al salir del cementerio siente que lo agarran por atrás y lo sostienen del poncho, firmemente.
Trató de zafarse sin mirar atrás aterrado por la circunstancia pero no lo soltaban.
Preso de miedo, sufrió un ataque al corazón y murió.
Al otro día los panteoneros lo encontraron.
Su poncho se había enredado fuertemente en unas raíces de pino, árbol abundante en el lugar.
¡Ahí supieron quien era el ladrón!
El miedo siempre viene de lo desconocido!

Tursol Donoso