Se desvanece y no intenta detenerlo. Se derrumba y sale entre los escombros para convertirse en un espectador. Con solo estirar su mano podría terminar con todo y no lo hace. Le intriga saber que va a pasar. Quiere seguir viendo el espectáculo, para al final de la historia reir o llorar aunque ya no encuentra la diferencia. Ahí es donde continúa la pelea entre el pasado que lastima y el futuro que no llega. Dejar ir el pasado para encontrar un futuro lleno de incertidumbre.
El mundo gira al revés y el límite se acerca cada vez más rápido. No cree poder soportarlo mucho tiempo más. El cambio es inminente, la velas viran en busca de nuevos horizontes. Un mar desconocido espera. El miedo invade, las soledad asusta, su avidez de aventura puede más que cualquier otro sentimiento. Su paciencia se agota y el tiempo es infinito. Los pensamientos se cruzan y a veces traicionan mientras la ansiedad gobierna cada momento. No hay descanso para su mente, no hay respiro en el descanso. Pensamientos giran, ideas erroneas se concretan, los mansajes no son claros y el miedo regresa. Pero nada es suficiente como para terminar con esto, ni aún la eterna escalvitud de su tormenta.
Pelea con el destino, aunque no crea que exista. Pero el límite se acerca y cada vez mas rápido. Intenta colgarse de un sueño, pero no lo entiende. Muchas incógnitas, mucho pasado, demasiados sentimientos. No sabe si es suyo o es historia de otro. Tal vez este robándole un sueño a alguien, tal vez sea una trampa o quien sabe si sea su destino. Se propone dejarlo ir, pero dejarlo pasar sería nunca averiguarlo, volver a apostar sería peligroso. El tiempo pasa y sigue sin comprender, pero la paciencia no es la misma y ya esta al borde del abismo.
El tiempo ahoga y ahí cae. Cada vez mas profundo, igualando la tristeza a la felicidad. Lo malo casi no le afecta, lo bueno no lo hace vulnerable.