Érase una vez un escritor. Siendo un niño descubrió que su destino consistiría en la búsqueda de la más grande historia jamás contada, liberarla del velo que la cubría e iluminar con su luz a la humanidad entera. Quizás sus ambiciones eran mayores que sus posibilidades mas no así de los deseos de su corazón. El angelito tenía por nombre Ángelo, curiosamente acentuado. Su más preciado objeto era una armónica diatona que su abuelita le había legado. En instantes de soledad se marchaba a lo más intrincado del vecindario en camino a las orillas del lago donde hacía reposar sus pensamientos al titilar de las melodías informes de la armónica. Decidió un buen día perderse entre las páginas de un libro en la antigua biblioteca de la ciudad. Sería muy osado pedir prestado el antiguo y deteriorado libro por lo que resolvió hacer algo que bien podriamos considerar mezquino más valioso para él. Lo escondió en su mochila, se despidió de la odiosa bibliotecaria y salió de allí apretando el paso. En medio de su distracción concentró sus pasos hacia la acera bajo el olmo. Allí estaba ella. La historia dio comienzo. ¿me acompañarás de aquí en adelante?