Te agarra, te pervierte, te vacía y te atormenta.
Te dice “todo está bien, es genial estar solo”.
Te agarra, te trastorna, te empuja y te pisotea.
Te dice “estás libre compañero, ¡libre!”
Te agarra, te viola, te escupe y te defeca.
Te dice “Hola papito, ¿vamos a caminar?”
Te agarra, te amarra, te malinterpreta y te odia.
Te dice “bueno, no es para tanto, ¿no?”
Te agarra, te limita, te distorsiona y te inhibe.
Te dice “¡al compás de la música! ¡Vamos!”
Te agarra, te suelta, te tironea y te despeina.
Te dice “que lindo es estar así de feliz”
Te agarra, te amaga, te usa y se ríe.
Te dice “no seas así, un poco de humor”
Te agarra, te rasguña, te tajea y te absorbe.
Te dice “¿probaste medicina oriental?”
Te agarra, te encara, te apunta… y te libera.
Te dice “te voy a extrañar, te esperaré.”
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