¿Soy yo?, Lola, pero no. No soy.
Yo soy Lola y estoy segura que soy Lola, pero ¿Que pasa? Me siento rara, diferente, ¿Feliz? Mis sesenta centímetros de pechos han desaparecido, mi cabello está tan largo y brillante, mis uñas están cortas, mi piel ¡Se siente tan suave y fresca!, me siento ligera, fresca… haaa! Estoy desnuda.
¿Qué me está pasando? No sé, y por ahora no pretendo averiguarlo, solo quiero… no sé lo que quiero. Este no saber lo que se quiere es hermoso, tranquilo, intenso. Por ahora estaré aquí. ¿Donde es aquí? ¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar?
Este es cualquier lugar, el que yo quiera que sea. Es un río que yo misma he derramado inmenso, diamantino, eterno; es una espesura de follaje verde, verde azulado, verde verde, es su tierra plata, son sus piedras muertas, es su sinfónico silenció, tan musical y perpetuo…
Pienso. ¿En que pienso? ¿En el tiempo? El río, mi río arrastró al tiempo, lo disolvió entre sus aguas y lo convirtió en un suspiro. Si estás sola no necesitas al tiempo, si estás sola no piensas en el tiempo, tomas los suspiros del río y los trasmutas en recuerdos.
¿Recuerdos? Pero si no tengo tiempo, tampoco recuerdo, si estoy sola y feliz no necesito recuerdos de tiempos, porque no tengo y no quiero tiempo, solo tengo suspiros de mi rió trasmutados en recuerdos, que por increíble metamorfosis se convierten en mariposas, rojas, violetas, negras, armillas y rosas, unicolor y multicolor mariposas.
Revolotean a mí alrededor, otras desaparecen en la espesura verde y la negra se posa en mí. Mi mariposa, mi mariposa negra, pedacito de mi alma. Permanece conmigo, besa mi piel y la cubre de si.
La arena plateada permea mi cuerpo, mi alma negra revolotea sobre mí…
-Lola, Lolaaaaaaaaaaa!- Escucho la voz del mundo. Irrumpe en mi concierto, mutila las partituras de mi silencio, y sin desearlo grito: “aqui estoy” entonces vuelvo a ser yo, yo la que no soy, con mi cabello corto, vestido rojo, uñas largas y esmaltadas, sesenta centímetros de pechos y una alma blanca, amorfa, escondida dentro. |