Aun sabiendo que no se debe soñar, uno insiste, sólo por si al sueño se le escapa un “Te quiero” desde la profundidad escondida de la noche. Y puede que parezca obsesiva la demanda al silencioso y taciturno sueño pero si se tiene dormida el alma, es justo desear que le llegue el alba. Esta llegará desconocida pero de bien seguro que vendrá con el viento de la mañana que puede acariciarte el rostro o abofetearte la cara. Soñar tiene su riesgo… Joan © Bosch 25/01/11
Texto agregado el 25-01-2011, y leído por 157 visitantes. (2 votos)