A MI MADRE

Es una asignatura que tengo pendiente con ella.

Siempre hablo y escribo sobre mi padre. El fue una figura preponderante en mi personalidad pero mi madre representó siempre el equilibrio.

La recuerdo hermosa, esbelta, fuerte y tratando siempre de ser justa.

Hoy anuncia sus pasos con el toc- toc de su aparato que la ayuda a caminar.

Nunca la vi desanimada, Le encanta el casino y no nesecita de la compañía de nadie para llegarse hasta allá.

A pesar de sus tristezas acumuladas, nunca se deprime.

Cada fin de semana cargo mis energías con ella y vuelvo a casa renovada.

A veces me apena al saberla sola, con una chica que le hace compañía.
No hay una comunicación con ella.
Es callada, aislada y habla muy poco.

A veces para mi sorpresa, canta y llena la casa con sus trinos y sus chamamé
Entran por todos los rincones de la gran casa y limpia y las cortinas se revolean a su su compás.
Solo a veces

Mi madre tiene 85 años y sigue conservando los rasgos de hermosura de su juventud y emana rayitos de luz de sus grandes ojos negros.

Una vez mi hijo mayor le preguntó: Yaya, como se hace para llegar a esta edad.
Y ella contestó: Es dejar muchos seres queridos por el camino.
Posee una galería de recuerdos.

No los nombro, es abrir sus heridas.

Nunca se deja estar, lava y plancha su ropa y cuando estoy con ella, limpia la cocina. En el fondo sé que es para aliviarme las tareas y además quiere demostrarme que todavía puede.

No sé lo que sería mi vida sin ella

¡Dios me la conserve por muchos años más!