Se equivocó la cigueña
De nuevo ahí, con mi cara larga y sombría; y mis pensamientos revoloteando como enjambre de abejas sobre mi cabeza. Me cuestionaba:
¿ No es enteramente razonable y lógica la enseñanza que afirma, que la misma ley de la gravitación, esa extraña atracción por la cual todas las partículas y cuerpos en el universo, tienden unos a otros, no es sino otra manera de manifestarse del principio de género; que opera en la dirección de atraer las energías masculinas hacia las femeninas y viseversa?
La generación existe por doquier, lo sé, se manifiesta en todos los planos. En mi mundo físico, el sexual, el que genera, regenera y crea, se equivocó la cigueña.
Cargando con mi costal de miedo y frustración en mis relaciones sexuales de pareja por el sendero de mi vida, me sentí triste y vacía por la falta de intimidad.
Con gran fervor pedí al creador que me mandará una pareja, pero como Dios hace los milagros como mejor le cuadra, me mandó un niño Rey. Para él, la madre y la esposa, son la misma rebanada del pastel, por lo tanto, busca una pareja con características maternales. Él en su infancia no recibió cariño ni reconocmiento por parte de sus padres, por lo tanto necesitaba relaciones excesivamente afectivas; desarroyando así fuertes vínculos de dependencia hacia mí.
Rey poseía conductas emocionales marcadamente irrealistas, al creer que tenía, todos sus poderes mentales completamente desarrollados.
Él hablaba sobre una misión que tenía que cumplir conmigo, aqui en la tierra; era algo así como el cruce de un puente espiritual, en el cuál sin su ayuda sería imposible cruzarlo. Con ésto me mantenía manipulada y chantajeada, con el objeto de conseguir cosas materiales y no ser abandonado por mí, ésto último nunca me lo dijo; se lo leía en sus ojos.
A diario lo visitaban los malestares de su vida pasada, pero a pesar de todas sus vivencias dolorosas, parecía conocer muy bien las soluciones; predicando lo que no era.
Rey durante la relación, fué sumiso, solo para evitarse problemas, ya que le gustaba deslizarse a través de las veredas de la felicidad. En sus relaciones anteriores de pareja, él ganó todas las partidas en el juego de la esquivación.
A Rey le costaba trabajo asumir responsabilidades; era egoista, narcisista y egocéntrico.
La relación con mi niño Rey era mas fría que estar bajo cero en una noche de invierno.
En cuestión de amores, Rey va y viene, empieza y abandona, se propone y deja. Persiguió mi amor, pero fué amante insatisfecho. Por desagradable que haya llegado a ser su vida sentimental en pareja, persiste en considerarse excento de culpa y víctima de las circunstancias.
Después de todo concluí: " Si un alma sumida en las tinieblas comete tanto pecado, el culpable no es en realidad el que peca, sino el que no disipa las tinieblas" .
Quedando de nuevo " como gato paciente con un ratón arrinconado" ... " Mi secreto "
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