A 5.000 metros bajo la superficie del mar vive el ser que cambiará el curso de la evolución del planeta, aunque él no lo sabe. No posee inteligencia propiamente dicha, pero desde el momento en que cobró vida algo en su ADN le impulsó hacia arriba, como una necesidad de abandonar la oscuridad de las fosas abisales en busca de algo mejor. Cada día lo intenta una y otra vez, avanzando metro a metro en lucha perenne contra las diferencias de presión. Muchas veces está a punto de perecer y tiene que desistir, pero nunca ceja en su empeño.

La mayor particularidad de este ser es que de alguna manera transmitirá a sus descendientes ese instinto como si de una obsesión se tratase: hay que seguir subiendo cueste lo que cueste. Durante años, siglos mas bien, irán naciendo y muriendo generaciones de su especie intentando alcanzar ese destino. Muchos morirán en el intento y sólo unos pocos seguirán avanzando. Cada paso que den, transformado mediante pequeñas mutaciones heredadas de padres a hijos, darán como resultado que al final uno de ellos emergerá del agua.

Este primer héroe anónimo perecerá intoxicado por la atmósfera del planeta pero le seguirán otros muchos. Los que sobrevivan al primer contacto irán adaptándose y aprendiendo a ‘respirar’. Al principio sólo podrán hacerlo unos segundos, luego horas, más tarde días… Durante miles de años se irán aclimatando y viajando a través del mar hasta que por fin un día alcanzarán tierra firme. Aún tendrá que pasar mucho tiempo y se sucederán muchos cambios en su morfología para que puedan vivir completamente fuera del agua. Su ADN irreductible les llevará a conseguirlo.

Sin embargo, durante este proceso milenario, ocurrirá algo sin precedentes. Mientras aprenden a ‘respirar’, estos seres intercambiarán con la atmósfera un compuesto reactivo producido por su propio cuerpo. En un principio los efectos serán imperceptibles. Lamentablemente, según se vayan multiplicando, la atmósfera se irá volviendo más y más volátil hasta que llegará un punto en el cual la gravedad del planeta no podrá retenerla y escapará en su mayor parte al espacio. A partir de ese momento los mares desaparecerán y no habrá protección alguna contra la radiación solar.

A 5.000 metros bajo la superficie del mar vive el ser que causará la extinción de la vida en Marte, aunque él no lo sabe…


Ganador del Reto Fantástico 2