Ahí está, hombre. Ahí, el que no se especializó, el que es Hombre con H, mayúscula, con H que es muda, pero gráfica, H que lo hace hombre (y en mayúscula). Ahí estas, hombre con H mayúscula, con mi bombín, con mis labios, con mi ilusión, con lo que ves cuando me miras, con lo que soy cuando me miras; ahí estas con la condensada ternura de tus manos, con la inquisidora sospecha de tu iris canela, con el gesto de identidad perpetua, con mi bombín, ahí estas.
Ahí estas, ¿te ves? Te veo que estas, como nunca han estado, como solo tú puedes estar, con mi bombín en tu cabeza cubriendo la salvaje docilidad de tus cabellos, fantaseando la leve sombra que camina en tu frente, sobre tus cuencas inquisidoras despeluzando desde el más ínfimo sentimiento. Ahí con mi bombín y mis labios estas. Labios robados camuflados o quizás escondidos entre los tuyos.
Estas, estas, estas ahí, hombre, con mi bombín, con mi ilusión como chal en tus hombros. Hombre con H, hombros también se escribe con H, quizá porque tus hombros son tan importantes y poco especializados, quizá porque cargan con mi ilusión que eres tú arquitecto de mis pensares, amores, deseos. Que eres tú negadamente maravilloso, pero si marabiyoso, con B y Y, para mitigar la frustración, para no ser como aquellas mujeres que te dijeron maravilloso con V y LL.
Ahí desde donde estas me ves. Y lo que ves es lo que ves cuando me ves, pero lo que seré si me ves, es lo que puedes ver, si me ves, solo si me ves.
Y ahí sigues, con mi bombín y miras de pronto lo que soy de pronto. Y vuelves a mirar lo que ya has visto y a descubrirlo, a hacer que el oro se pegue en los imanes, que yo sea lo que ves y miraste, de pronto un poco mejor.
Ahí estas con tus manos cerúleas como cielo, abiertas. Sosteniéndome en los canales de tus dedos, dejándome sentir la brisa cálida de su tacto, la irremediable sensación de que con tanta libertad en ellas me disuelvo, me transformo en… en ellas, tal vez, o ellas en mí, no sé. Pero todo lo deseable de este mundo está ahí, donde estas con tus manos y mi bombín.
Ahí, me atormentan tus sospechas que de tanto sospechar, juzga y lleva al cadalso mis miedos, purificando mi cabeza, en nombre santo, desde donde estas.
Eres y estas, ahí. Eres todo Hombre con H mayúscula, con H de humanidad, honestidad, con todas las H que le faltan al amor, para ser real. Con nuestro contrato escrito con cuentas de colores y apretando tu muñeca, tu identidad, la mía.
Ahí estas, y tienes todo, incluso mi bombín.
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