Divorcio
La colegiala llevaba minutos esperando verlo aparecer por la esquina. Igual como todas las mañanas ella se desviaba unas cuadras de su camino al colegio para verlo tomar el bus. Él siempre venía de uniforme intachable con su chaqueta azul marina, pantalones grises, zapatos negros, camisa blanca y corbata azul con rayas gris.
En esta mañana de otoño, él cruzó la calle a media cuadra y pasó por su camino. La saludó con un leve meneo de cabeza y un “que hubo” cómo se acostumbra entre conocidos de vista que nunca se han hablado.
Ella, muy conservadora, de misa todos los domingos y medallita al cuello horneaba sabrosas galletas y su queque era insuperable.
Fue entonces cuando ella observó que no llevaba la insignia del colegio que versaba ‘Vincit qui se vincit” en su chaqueta.
Vaciló y decidió en ese momento que él no sería el padre de sus hijos, proveedor de la casa y degustador de su mano de monja ya que un vencido que no le vence a nada y nadie en la vida no merecía su amor.
Texto agregado el 22-01-2011, y leído por 148
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Lectores Opinan
18-02-2011
A VECES UN SIMPLE DETALLE NOS HACE CAMBIAR EL DESTINO...QUE CHICA MAS SINGULAR.FELICITACIONES ATTE PERRES perres
22-01-2011
un camino justo en su extensión, pero creo que faltó algo de sabor el_rey