No precisó tomar las llaves… estos vehículos ultramodernos no las tienen. Basta un código en la computadora maestra, y la magia ocurre: El asiento del conductor se acomoda en varios sentidos, el climatizador recuerda la temperatura del habitáculo, que además conserva presión constante en su interior como si fuese a volar, como el mismísimo avión que está hecho para volar… totalmente insonorizados, estos ambientes permiten escuchar música en altísima fidelidad y hasta mirar videos o películas mientras va en proceso de marcha… en camino a un circular destino, también elegido previamente en la computadora central que posee GPS de serie por supuesto.
La carga cultural del moderno piloto hace que suene estruendoso un reggaetón, y hasta en varias oportunidades, cumbia villera.
El color rojo brillante con líneas dibujadas, habla de muchas horas de diseñadores pensando en impactar, en embellecer el vehículo hasta verlo increíble. Las curvas en la parte delantera, sobre el motor, tienen una aerodinámica útil solo al diseño: Ningún viento pasara por allí a altas velocidades. Las ruedas traseras mas grandes que las delanteras muestran poder, potencia, energía y solidez. La tracción integral, de último diseño, hace que automáticamente engrane sus cambios, tiene solo tres: Uno hacia adelante en modo trabajo, otro en esa dirección en modo ruta y uno hacia atrás totalmente variable: A mayor aceleración del motor, mas velocidad. La transmisión recordará que velocidad impulsar en que parte del trayecto, todo programado antes de la partida en lo que simula un box de fórmula uno, pero es mas un centro de estudio y producción.
El motor merece todo un capítulo aparte: Diesel, turbo, intercooler, de inyección asistida por computadora, muy ágil y de consumo variable: Mas esfuerzo más consumo y viceversa… con sensores que miden la contaminación emitida, listo para circular en las autopistas de alta exigencia ecológica de la Europa Central, pero ubicado en otro lado: El país sojero de Monsanto, que muestra su mapa orgulloso por encima de cuatro fronteras, impunemente; Brasil, Paraguay, Argentina y Uruguay. Casualmente los cuatro países que tienen en su entraña la preñez del Acuífero Guaraní, la reserva de agua dulce mas grande del planeta, pero ese es párrafo de otro cuento.
La CASE, pensó en todo eso cuando fabricó este tractor de últimisima generación para la siembra directa de productos modificados genéticamente. Los doscientos veinticinco mil dólares que tiene de valor, contrastan con la casilla de chapa donde duerme su conductor, sin aislación térmica ni de humedad, pero totalmente portable para ser trasladada por miles de campos en nómade carrera por continuar manteniendo verde aquel mapa cuatripartito de Monsanto.
Otra cosa que no pudo evitar la CASE es que el sofisticado equipo de música propale reggaetón, fruto de la carga cultural del conductor.