En un pequeño café charlan Laura y Luis Francisco, sus rostros denotan preocupación, se suman rasgos de tristeza, más notorios en el caso de Laura. Sólo cuatro de las mesas del establecimiento se encuentran ocupadas, un par de jóvenes meseras van de aquí para allá atendiendo a la poca clientela. Suave música instrumental se suma al ambiente. La noche comienza a ganarle espacio al día.
--¿Por qué... Por qué tiene que ser así? –Pregunta Laura en tono suplicante.
--Es que no hay opción, tienes que entenderlo, me duele mucho lastimarte ahora, no imaginas cuánto lo he pensado antes de tomar esta decisión, pero es lo mejor... Y más aún para ti, comprende que nunca podría darte todo lo que mereces, sólo por eso lo hago, no es justo para ti... Terminaría arruinando tu vida.
--Pero yo te amo...
--Y yo también te amo, eres lo mejor que me ha pasado en la vida, créeme que al haberte conocido ha resurgido en mí el gusto por vivir, muchas ilusiones volvieron a iluminar mi existencia, me has hecho inmensamente feliz, pero... pero por eso no puedo seguir así, sin poder corresponder como tú te lo mereces, como yo mismo quisiera hacerlo...
--Yo no te he pedido nada, ni tampoco te he molestado. Sabía que eras casado y así te acepté, nunca haría nada que pudiera dañar tu matrimonio, ni a tu esposa, ni a tus hijos, sabes que me conformo con el tiempo que me puedas destinar, aunque no sea mucho, pero te necesito a mi lado, necesito saber que acudirás a verme y que estaremos juntos esos momentos...
--Pero yo no puedo estar tranquilo de esa manera, sabiendo que me esperas siempre, queriendo estar contigo todo el tiempo... Me siento mal, porque sólo estoy entorpeciendo tu vida. Sabes que si no me divorcio es sólo por mis hijos, si al menos fueran mayores, pero a esta edad sería un golpe muy fuerte para ellos...
--Yo no te pido que lo hagas, estoy de acuerdo contigo y tampoco quiero que les hagas daño. Luis Francisco, por favor, no me dejes...
--Laura no comiences a llorar, sólo haces más difícil todo esto.
--Perdóname, es que no me pude controlar. Me duele tanto pensar que te vas, que no te veré más, me destrozas toda...
--Tranquila, mira, míralo es esta manera. Eres muy joven y cuando te haya pasado este momento encontrarás a alguien que sí podrá dártelo todo, que te hará feliz por entero, de tiempo completo. Yo en cambio lo pierdo todo, jamás podría encontrar a alguien como tú, jamás podría volver a amar a alguien después de amarte a ti. A mis 52 años se acabó para mí la búsqueda del amor, lo encontré en ti, pero lástima que haya sido tan tarde... Pero bueno, supongo que así tenía que ser, cuando tenía tu edad tú apenas estabas naciendo, así que ni pensar que nos hubiéramos encontrado entonces... ¿Lo ves? Yo soy quien pierde más, pero con todo, tengo que alejarme y lo hago por ti, por lo mucho que te amo, no quiero arruinar tu vida, dime qué pasará dentro de diez años si seguimos así... Para entonces ya pareceré tu abuelo y tú en la plenitud de la vida.
--Estás exagerando... Pero aunque fuera así no me importaría nada, Luis Francisco te amo, te amo, te amo... No podría seguir viviendo sin ti.
--Eso piensas ahora, pero es un sentimiento que pasará muy pronto... Mira, dime qué será cuando ya no pueda darte ni siquiera esos momentos de placer que nos hemos dado en la cama... Es lo único que te doy ahora ¿y cuando ya no pueda?
--Que no, que no me importaría, te quiero no por lo que me des, sino por lo feliz que me hace pensar en ti, mi placer siempre ha sido el verte feliz a ti, saber que te he llenado con mis besos, con mi entrega... Eso es lo que me satisface a mí y sé que tengo mucho para darte...
--No... Laura esto tiene que terminar, ahora lo ves muy fácil, pero no lo es. Créeme que si he tomado esta decisión es tan sólo por lo mucho que te amo, porque me duele no poder dártelo todo...
Luis Francisco se queda en silencio mientras la mesera se acerca para vaciar el cenicero. –¿Está todo bien? ¿Les sirvo más café? --No para mí --responde Luis Francisco, Laura se concreta a mover la cabeza en señal de negativa. Cuando la mesera se retira, él continúa hablando.
--Comprende que algún día querrás tener hijos, tener la dicha de ser madre, y en estas circunstancias no podría dártelos...
--En eso tienes razón, me encantaría que tuviéramos al menos un hijo, pero esa es tu decisión y siempre la respetaré... Si te decides a que lo tengamos jamás te molestaría ni te pediría nada, con mi trabajo lo sacaría adelante, sé que podré hacerlo, y lo educaría y le enseñaría a quererte como padre... Pero si no quieres estará bien, lo aceptaría y nunca te voy a presionar para nada.
--Por favor Laura no llores más, estamos llamando la atención de todos...
--Disculpa, pero es que no me puedo controlar, me desespera que no me entiendas, que insistas en dejarme cuando te amo tanto... Dime cómo quieres que sea, pondré de mi parte, haré cuanto sea necesario para que no te sientas mal y podamos seguir juntos, me conformo con muy poquito, por favor no me lo quites...
--Pero es que no, el amor no es así, el amor es dar y no recibir, yo no puedo entender que te amo si sólo estoy recibiendo de ti... Ponte en mi lugar, si yo te diera todo y tú sólo estuvieras recibiendo sin poder dar nada ¿cómo te sentirías? Laura, desde el principio he sido honesto contigo, nunca te oculté que estaba casado, nunca te oculté que no podría divorciarme y sólo por mis hijos, son el único obstáculo para separarme de mi esposa, nunca lo oculté, ahora no puedo seguir ocultando lo mal que me siento al estar así, impedido para amarte como yo quisiera y como tú lo necesitas.
--Yo sólo te pido que no me dejes, amor, por favor, olvidemos esa idea de separarnos, si me amas tanto ya me estás dando mucho más de lo que necesito para yo seguir amándote...
--Ya todos se fijan en nosotros, por favor baja la voz y no sigas llorando...
--Disculpa no fue mi intención subir la voz...
Suena el teléfono celular de Luis Francisco, luego de mirar el número de procedencia responde la llamada.
--Sí licenciado a sus órdenes... sí... ajá... ajá... sí claro... No se preocupe, voy para allá, ahora me encargo de todo, le avisaré cuando el problema esté resuelto. Gracias licenciado, no se preocupe... no, ya sabe que cuenta conmigo siempre. Ok, hasta luego licenciado.
--¿Te llaman de la oficina?
--Sí, ya ves como es mi trabajo, siempre hay que atender lo que se les antoja y a la hora que sea. ¿Te das cuenta? Hasta esto me impide darte el tiempo que yo quisiera. Bueno Laura, sé que pasará pronto este mal momento, sé que encontrarás la felicidad, te lo digo en verdad, con el corazón en las manos, te deseo lo mejor, me voy destrozado, pero con la seguridad de que estoy haciendo lo mejor para ti... Adiós Laura.
Deja dinero sobre la mesa para liquidar la cuenta y se retira sin mirar atrás. Laura lo sigue con la mirada y rompe en llanto.
--Luis Francisco, por favor... por favor... No te vayas... –Él no la escucha y abandona el lugar.
Apenas entra en su automóvil, Luis Francisco saca del bolsillo su celular y regresa la llamada recién recibida. Una voz femenina, muy joven, le responde.
--Amor, perdona que te haya llamado, pero es que no podía más, necesitaba saber de ti...
--Mira, esta vez pasa porque me has ayudado a terminar con una discusión que ya me tenía harto, pero sabes que no debes llamarme.
--¿Estabas con tu esposa?
--¿Y con quien más discuto todo el tiempo?
--Perdóname amor, no lo volveré a hacer, pero dime ¿vendrás hoy a verme?
--Sí, en media hora paso por ti, procura estar lista, no me gusta esperar. Estaré en la esquina de tu casa, en donde siempre.
--Gracias, allí estaré cuando llegues... Hasta el rato.
--Hasta luego.
Antes de encender la marcha del vehículo hace otra llamada.
--¿Amor? Un problema en la oficina me va a detener unas horas, no me esperes para cenar, que los niños se acuesten temprano... Sí mi vida, yo también lo lamento, pero ya ves cómo es mi trabajo... sí claro, yo también te amo. Hasta la noche. Besos.
* En Cancún, costa mexicana del Caribe |