Una vez más queda mi verso tirado
en páginas viejas borradas con barro;
rodando se aleja mi verso guijarro,
barrido en callejas se agarra humillado
de trémulas voces bullendo cigarros.

Es pálido, denso y aunque fuego irradie,
cual mota de paja de oestes lejanos
o tímida alhaja que forja el desgano,
mi verso se aloja en los sueños de nadie
y toca su son un pianista sin manos.

Un día me dijo del paño nocturno:
"El negro profundo que el cielo destella
se niega rotundo por esas mil mellas
de brillo fecundo, cuyo tinte diurno
es puerta a otros mundos de negras estrellas"

Jugando las horas de lo no vivido
engendra experiencias mucho más valiosas,
por su iridiscencia, que mis farragosas
y tristes vivencias; mi verso derruido
alivia el presente de mi ser en prosa.