Estar, se supone que estoy o al menos mis huesos se aferran a la tierra como sutil complemento para su reposo eterno.

Caminar, evidentemente que camino, aunque no me desplace del lugar pues no siempre los pasos se dan al andar.

Ver, por supuesto que veo mucho más allá de lo que mis cansados ojos y la espesa niebla intentan poner un velo de intransparencia.

Sentir, uno siempre siente si le presta atención al callado silencio que surge de entre la afanosa multitud y el griterío del viento.

Volar, no es difícil a pesar del pesado lastre acumulado a lo largo de los desperdiciados años y de las altas cordilleras que surgen de la nada.

Soñar, nada más fácil si se tiene la certeza de que el alba llega tras la noche y que el sueño despierta siempre en tu beso.

Rehén de la tierra, libre en ti.

a Mercé
Joan © Bosch 19/01/11