Hace ya mil años que en la vieja Europa se inició una batalla sin final. En algún lugar de ese pueblo, en una tierra que ya era considerada antigua en esos tiempos, dos seres diferentes al resto y diferentes entre ellos se enfrentaron por primera vez. Diez años duró esa batalla, y ninguno de los inmortales guerreros fue el vencedor. El vampiro usó todos sus trucos, su coraje y destrezas, pero no bastaron para derrotar al licántropo, cuya fuerza animal fue capaz de sostenerlo todo ese tiempo.
Fue quizá el aburrimiento quien terminó esa batalla. Las bestias, al percatarse que ese camino no resultaría en un vencedor, decidieron aplazar la dominación del mundo de los mortales. Cada uno de ellos crearía un ejército de criaturas de su propia especie, y luego de mil años el triunfador sería quien hubiese podido conquistar la mayor parte del planeta. El acuerdo se selló, cada criatura comenzó a replicarse y a formar ejércitos de hijos suyos. Si bien sus hijos no poseían los mismos poderes de sus inmortales padres, hordas de vampiros y licántropos aterrorizaron a la humanidad durante oscuros y largos siglos.
El odio y las ansias de poder de los creadores fueron traspasados a sus soldados. Las luchas entre ellos fueron cada vez más importantes que su tarea inicial de dominación de los mortales. Poco a poco se expandieron hacia todos los rincones del mundo, a medida que éste iba siendo descubierto, pero en todos los lugares ocurría lo mismo: los mortales casi no alcanzaban a conocer a estas criaturas porque ellas se concentraban en sus propias batallas, en las tinieblas del submundo de las penumbras. Sus acciones y eventuales crímenes contra mortales se narraban como cuentos o leyendas, y muy pocos hombres tuvieron la necesidad de creer que ellos existían.
El plazo se cumplió y encontró a los inmortales seres exactamente en la misma condición que al inicio del pacto. Sus ejércitos se habían aniquilado entre ellos y el mundo, que ahora era mucho más grande que mil años atrás, desconocía de su existencia. Los malignos seres recordaron la épica batalla que habían sostenido y ninguno deseaba repetirla. El encuentro se produjo esta vez en una de las cumbres más altas del Nuevo Mundo,en la cima del Aconcagua se decidiría qué especie sería la que dominaría a la humanidad.
Las monstruosas siluetas se veían aún más feroces sobre la nieve de la cumbre. El pelaje del licántropo danzaba al son de los vientos andinos, y sólo se detenía cuando éste se erizaba, producto de los amenazantes colmillos que mostraba el vampiro mientras lo intentaba engatusar.
La destreza mental del vampiro fue la primera en tejer la genial idea, pero la falta de piedad del licántropo fue la que agregó los toques más crueles. Definitivamente ninguna de las bestias dominaría al mundo si antes no conseguían poner fin a su disputa, y no estaban dispuestos a esperar otros mil años antes de saciar su sed de poder. Así fue como vampiro y licántropo acordaron trabajar en conjunto para dominar el ahora extenso mundo, y comenzarían justo en el lugar en donde se encontraban. El plan de dominación más siniestro de las historias humana e inmortal estaba a punto de ponerse en marcha, el trabajo en conjunto, la cooperación de las malvadas criaturas podría rápidamente someter a la humanidad. Cada una pondría sus mejores características y el mundo, casi sin darse cuenta, caería rendido a sus pies y patas. Las bestias bajaron por la ladera poniente mientras afinaban los últimos detalles de su estrategia.
Al poco tiempo el vampiro era ya un exitoso empresario y el licántropo un destacado político…
Jota |