El recuerdo que mi cuerpo imprime tras las sombras de las sombras. Reticencia exague en horas devenidas de vida y ser como único momento posible en lo inalterable acometido.
La resolución del tacto que se extiende desde oscuridades de antaño presentes entre pulso y pulso como cuerpo continuo.
El recuerdo de la piel Toda sobre la Piel que avanza entre aperturas de ojos-sol, ojos-noches a un no-camino como guía primera de su espectro.
La bravura de este acto que niega y que afirma la disolución indestructible de lo efímero sobre lo abstracto-real.
El recuerdo. ¡Mi recuerdo!, en la noche cuando soy El Otro que sin pasado asoma su boca para nombrar quien fue cuando ya no era dejando un recuerdo mudo.
Un recuerdo. Un olvido quizás, idéntico a si mismo en darse forma alguna entre lo ausente.