“La princesa está triste… ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa”

(Rubén Darío)



La princesa no ríe, la princesa está brava,
su gallardo consorte la mantiene de esclava,
se levanta en el alba, se despega la almohada
y a la hora de almuerzo está lava que lava.

La princesa ya añora que su fiel compañero
al llegar por la tarde con su negro sombrero
la acaricie y la bese dulcemente de nuevo
y le diga al oído, como antes, “te quiero”.

La princesa está triste… ¿Qué tendrá la princesa?
De la hermosa sortija ella se siente presa,
ya no pinta sus labios de colores cereza,
ahora sueña un amante que la arrulle y la meza.

La princesa sacude con furor su corona,
no quiere ya el reinado que su amado pregona,
se le pasan las horas en su rol de fregona,
implora los paisajes y soles de sus lomas.

De aquél cuento bonito que siempre susurraban
se fueron los crisoles que tanto le gustaban.
Colorín colorado, princesita encantada,
pon el fin a la historia que ya no queda nada.