Éste es mi legado, hija, millones de millas de agua salada tropezando con tierra y piedras. Te llevarás la marea, el olor del puerto y la rapidez de los seres que ahí aguardan.
Serás reina de todos y cada uno de los mares, flotarás sobre la falta de salinidad y disfrutarás del delicioso poder del sol.
Quienes tú quieras seguirán tus huellas por la arena mojada, y solo tú mandarás sobre las gaviotas. Te enseñarán a volar, y lograrlo solo depende de tí.
Te regalo todas las cañas de las orillas, sí y sólo si consigues amar tu capacidad de amar tanto como yo deseo tu felicidad con esto que te doy.
Acariciarás las algas, y las piedras te elegirán a tí.
Y jamás derramarás una lágrima, pues ya tienes suficiente agua en tu nuevo mar.