El tiempo parecía detenerse y yo me empapé de él. El roce de sus labios, su barba incipiente que me hacía cosquillas y el ruido del beso, la pequeña succión de nuestros labios al abrirse después de apretarse, y a continuación la separación más brutal.

Ese sonido resonó por el largo túnel de soledad en el que me había contentado desde que había dado mi último beso de verdad, ya hacía mucho tiempo.

Hacía mucho que no me tocaban así.

Sólo me habían hecho daño unas manos. Pero prolongándose hasta antaño, después del dolor, había ante mí una nueva oportunidad que se encendía y apagaba: el cariño apresurado de V.

Me palpitaron las sienes ante ese pensamiento y sonreí con fuerza...

Había algo bueno que descubrir detrás de esto, de eso estaba segura.