Pensarás que estoy loco, y quizás sea verdad.
¿Por qué?, ¿por qué no?
Me hallas mirando a través de la ventana del bus, y con mis gafas oscuras no te percatas de las intenciones de mi visión. Auriculares entonces me traen el ambiente sonoro que me permite ignorarte justificadamente.
Tu solo conversas, y está bien, no me importa oírte, ni menos verte feliz.
Ya te superé… pero me miras, y lo sé, a mi tus gafas no pueden engañarme, el corazón si, pero no tus ojos, y conozco esa expresión, característica de cuando me miras, aún con los ojos ocultos.
Si, debo estar loco, pero es verdad, me estas mirando, si, me estas mirando y te preguntas por qué río con solo mirar a través de la maldita ventana del bus, pero no encontrarás la respuesta… al menos hoy no.
No oirás mi voz, no en estas condiciones, además, te estoy ignorando, y es mi voto sagrado hasta el fin de mis días. A parte, se cuanto te asusta mi sonrisa perdida, sin rumbo o destino, ni principio de vida.
Soy un loco para ti, pero no es novedad verlo a través de tu mirada oscura y bajo tus vanas conversaciones. ¡Que cobardía!
El camino se vuelve infinito tras las horas transcurridas, ¡y que viaje!, maldición, que alegría.
Aún no asumo que te superé, y lo hice sin creer que lo lograría, de verdad, me daba por muerto y quebrado.
Que alivio me da ya no deslumbrarme por tus ojos infernales, y tus falsas alas angelicales. Que alivio es al fin poder ignorarte por completo y causar curiosidad a esa cabecita tuya.
Loco, loco, si, quizás lo estoy, pero la obsesiva eres tú ahora. La que oculta su mirada a través de mascaras invisibles… excepto para mí.
Me miras… con vergüenza y duda... y no te atreves a preguntar, razones, motivos, causantes de mi peculiar soledad.
¿Qué se yo…? todo pues no importa a cuanta distancia nos hallemos… si son dos puestos, tres puestos, cuatro, cinco o un bus entero, y si me quieres al otro lado de la tierra allí me tendrás, pero tu rostro te delata, porque, si, me miras sin cesar.
Esas corneas, ese iris, ese glóbulo ocular tiene mi imagen en su centro, tiene mi sonrisa orgullosa, y por supuesto, saboreo tu confusión a flor de piel.
Es que no lo puedes creer ¿eh?
¿Me extrañas?, ¡ja!, pues ya no tienes el control de mis sueños.
Ahora si estas muerta, ¿o no?, porque ya no te pertenece mi mirada, ni mi atención.
Así que poco a poco, desapareces, como un fantasma olvidado por los vivos, entre la gente que aún me importa. Esfúmate ya, si, tu imagen se esfuma, y pasas al olvido de mis memorias, como cuantos otros dolores de corazón se desvanecieron con el tiempo.
Estas muerta… y nadie lo noto.
El viaje esta pronto a su final, y la gente vive con normalidad. Las risas continúan y el ambiente es grato… yo, miro por la ventana, y río, incansable, y con la música en los oídos, para ignorar al mundo.
Pero es tu rostro ahora, solo una cicatriz en mi corazón, si, imborrable (o tal vez no), pero poco importa, pues las cicatrices son recuerdos, experiencias importantes… pero sin embargo, lo importante hoy es tu muerte… aunque no tendrás funeral, porque nadie te recuerda… si ya te has desvanecido (al fin), tras mi sonrisa orgullosa y narcisista, y tu ignorancia y desconcierto.
Te has desvanecido, y no volverás a este corazón, lleno de locura… lleno de recuerdos olvidados, llenos de fantasmas muertos como esta memoria.