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DESMEMORIAS

Las pasiones humanas son un misterio. Los que se dejan llevar por ellas no pueden explicarlas, y los que no las han vivido no pueden comprenderlas. Hay hombres que se juegan la vida por subir a una montaña, nadie, ni siquiera ellos, pueden explicar realmente por qué.
Michael Ende


La mujer del poeta

Por Sergio Hernández Gil

El sabor del café requemado pulió mi garganta. Cogí un cigarrillo y lo puse entre la comisura de mis labios sin atreverme a encenderlo. No quería y sí. Lo deseaba, pero mi razón y mi salud rechazaban la idea de encenderlo.
Por fin me decidí y luego, como para sofocar el ansia, bebí un trago de ese asqueroso café, mientras el humo laceraba mi pecho inflamado.
Exististe en mi imaginación tanto como en mi vida real. Te inventé de tanto deseo, te di una historia, te hice mía, y lo conté a todos.
¿Era mentira o verdad? Ya no lo sé, qué más da. ¿Exististe o no? A quién le importa.
Recreaste y diste aire a una vida que no me pertenecía, pues era sólo un fantasma perdido en el mundo de los mortales.
Yo, que era un poeta, no podía vivir sin musa. ¡Qué asco soy! Un mitómano. Todavía guardo el amarillento papel con el esbozo de poema que un día me escribiste: “tú te conoces, tú te sabes, tú te vives”.
Presentías que te amaba, tal vez estabas segura de eso. Temblaba tan solo de pensar en acercarme y decírtelo: tenía miedo al rechazo.
No te burlabas, no por compasión, al contrario, correspondiste por amor, sólo eso pudo ser, yo era un paria cuya única riqueza estaba en sus palabras.
Fuiste mi mujer por casi tres años, hace ya más de treinta, y todavía vibro de sólo pensar en tu espigada figura de bailarina del Bolshoi, girando sobre sí misma y dando elegantes pasos de cisne alrededor de la cama, y luego, desfallecida, dormir en mis brazos hasta la mañana siguiente.
Guardo en la memoria el aroma de tu piel, el sabor de tus humedades, y en mis oídos, hoy casi sordos, retumban los “te amo” que tantas veces repetimos al unísono.
Verdaderamente este café es un asco y el cigarro me provoca náuseas y tos, pero no encuentro otra manera de mitigar esta obsesión con la que vivo, si es que a esta postración se le puede llamar vida.
Preferiría un trago de tequila, pero permanece en su sepulcro, escondido, lejos de mi alcance.
Con toda seguridad, mi cerebro secreta torrentes de dopamina y provoca en mí una sonrisa de boca abierta, produciendo en mi rostro la apariencia de un desquiciado, pero dime si no acaso fue una locura todo, desde nuestro primer encuentro verdadero.
Casi todos los días, durante meses, subimos juntos en el mismo elevador hasta la redacción y luego, cada quien se sentaba, en silencio, frente a su máquina, a reescribir las noticias, a darles la forma y el “estilo” de la agencia.
Sólo pensaba en ti, nada más en tí. Esa tarde, en casa del subdirector Rodríguez la mezcla de desvelo con hambre y alcohol me dio el valor suficiente para decirte que te amaba, así nada más, frente a todos.
Te pusiste verde, roja o amarilla, no lo sé, porque a decir verdad, no recuerdo que siguió después. Desperté al día siguiente en tu cama. Junto a mí estaba Sandra, la reportera de cultura, desnuda de los pies a la cabeza, abrazada a mi cuello, con una sonrisa en el rostro y una mano sobre mi pene. Tú dormías en el sillón, también desnuda, como una ninfa en el edén.
Luego que ella se fue, me dijiste: soy Afrodita recién salida del mar, “quédate”, y me tomaste y te tomé, no sin escuchar tu discurso sobre las feromonas y el efecto que mis olores tenían sobre tu libido.
Dijiste que la piel se te erizaba siempre que yo estaba cerca, que el corazón te latía apresuradamente y una nube se posaba en tus sienes.
Fue la primera de las mil y una noches de Scherezada, con una historia diferente para cada una; fuiste lo mismo Isadora Duncan, Psique, Frida Kahlo, Dalila, Marlene Dietrich, la Monroe o Anais Nin.
Escribí como nunca, lo inimaginable brotó de mis manos, viví un sueño y lo puse sobre el papel.
Ahora frío, el café está peor, así que he decidido encender otro tabaco, claro, a escondidas del cuidador, que no tiene otra cosa qué hacer más que molestarme.
Cuando te fuiste, el discurso fue parecido: no podías vivir sin él, tu amor era más fuerte que mi amor y tu voluntad, no podías evitarlo y no lo hiciste. No te importó el dolor que me causaste, pero yo imploré por tu felicidad.
De nada sirvieron los mil poemas escritos, ni las ávidas lecturas compartidas tantas veces de El Canto General de Neruda, ni los magníficos cuentos del adorado Chéjov, ni nuestro “Hojas de hierba” de Walt Witman, como tampoco nuestra indignación por el golpe militar en Chile ni la lucha contra los cacicazgos del sistema.
Treinta años después, qué más da saber si exististe o yo te inventé para no sentirme solo, para crearme una historia, para tener un pasado y una vida, para dejar de ser un fantasma.
Hoy, en esta jaula de locos ya que importa mi salud ¡venga otro cigarrillo! lo único que sé es que el miedo me consumió tanto como la pasión.
-o0o-

Texto agregado el 10-01-2011, y leído por 351 visitantes. (17 votos)


Lectores Opinan
13-05-2014 *****Muy bueno vaerjuma
14-03-2011 El problema de los aditivos del cafe y la radioactividad del trabajo, quedan enanos ante un sueño de esa naturaleza... Gracias por las visitas y estas letras! achachila
28-01-2011 Me gustó tanto tu texto que lo único deplorable es el café. Pero de eso, tú tienes la culpa por hacer tan vívido tu relato. Felicitaciones. ZEPOL
23-01-2011 "te inventé de tanto deseo" ¿qué más da que no cosechemos el fruto del deseo, si él sólo se basta para hacernos felices? azulada
22-01-2011 Excelente texto, excelentes imágenes... Excelente cuento. Un placer leerlo***** mil estrellas arielariadna
21-01-2011 Me gusta este texto,mi reconocimiento con un voto. Votiva
18-01-2011 Magistral forma de narrar sentimientos y una trama que habla de amor que fue o no, pero que en ti se sintió. Te felicito. Me encantó leerte.****** miriades
18-01-2011 Sensacional. Qué forma de mirarse uno mismo. Magistral expresión de sensaciones, sentimiento y emociones... Voy a deleitarme en tus letras. ***** El_Abad
17-01-2011 LLegué acá porque alguien me dijo: lee ese texto y no te vas a arrepentir. Y así fue. Excelente historia donde la nostalgia y la resignación se conjugan para dar vida al personaje. La fluidez de la narrativa atrapa hasta la última letra. Mis***** Beticita
17-01-2011 Hermosas descripciones en una narrativa diáfana y agradable. Una historia profunda por el sentimiento, perfectamente, contado; tanto, que llega tu lector a visualizar cada detalle que sabiamente plasmaste como recurso literario que adorna tu texto. Por momentos, tus descripciones eran tan vívidas que tenían la capacidad de transportarme al escenario que sirve de espacio físico a la trama de tu historia. Lo disfruté mucho, realmente, me encantó. Felicitaciones. SOFIAMA
17-01-2011 Una derrota luminosa en donde la redención se consume, tu texto me evoca el vacío, angustia y soledad, logras construir la definición del amor verdadero que se dispara en los sueños, mis ****** sureñas sureana
16-01-2011 Sergio, este no lo había leido. Joder que manera tan vivida de despertarnos la emoción y ubicarnos en el alma del protagonista. Un texto que fluye y quuiza su mejor atributo es la sinceridad con que la cuentas... un abrazo Rub sendero
16-01-2011 Hacía muchísimo tiempo que no te leía, ¿nos abremos perdido en este mundo azul? pero me encantó hacerlo, como siempre. Sos un gran escritor. Un beso y mis estrellas por esta magnífica historia. Magda gmmagdalena
16-01-2011 Cuando se lee un texto tan pulcro, tan correcto y tan perfecto.. es todo un placer. Creo que esto es saber escribir. Hay que ser muy paciente para hacerlo tan bien. EVERO
15-01-2011 Muy buen relato , siempre será incertidumbre el afán que pone el poeta en sus letras y siempre parecerá real, un placer =D mis cariños dulce-quimera
15-01-2011 Tus palabras me llegaron directo al corazón. Conmueven, duelen, invaden los espacios. Un relato espectacular. Estrellas para ti. girouette
15-01-2011 Como siempre me dejas sin palabras.¡Con una sensación de angustia! Porque percibo el dolor. Cierto o inventado,no me importa,me estremece del mismo modo. Si es producto de la imaginación,está tan bien escrito,que logras que el lector sienta cada palabra,hasta el humo de ese cigarro y ese café horrible. ******* Besos Victoria 6236013
 
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