Siento lastima por ella ahora… - ‘’te extraño’’ – dice su voz a través de los cables telefónicos. – ‘’quiero que vuelvas a mis brazos’’.
Pienso en su ingenuidad e inocencia. – ‘’yo también te extraño mucho’’ – le respondo con la voz fría y seca.
Nos separa la distancia de cientos de kilómetros, y aún puedo percibir el aroma dulce y sofocante de su perfume que ha impregnado mi piel… pero no la extraño… es más, ni siquiera por capricho deseo verla, pues nunca la he amado… difícilmente algún día lo haré.
‘’ ¿Cuando volverás?’’ – Me pregunta melancólica – ‘’no soporto tenerte lejos’’ – agrega con la voz quebrantada.
Mi corazón no se ve conmovido en razón a sus lágrimas invisibles para mí. ‘’No lo sé’’ – soy tajante.
Odio hablar por teléfono, odio esta conversación, la odio a ella.
-‘’Te amo, ¿lo sabes?’’ – dice, y puedo adivinar su tierna sonrisa.
‘’Lo sé, y yo a ti’’ – respondo con un rostro inexpresivo.
Silencio, dulce e incomodo silencio a través de las líneas telefónicas.
‘’ ¿Me extrañas?’’ – corta aquel maravilloso instante en que ya la había olvidado.
‘’Si’’ – miento.
Deseo cortar la llamada de una vez por todas, y nunca más oírla a través de un maldito auricular. Deseo no mentirle más, y al fin nunca más tener que verla.
‘’Voy a cortar’’ – dice.
‘’Está bien’’ – respondo.
‘’Te amo’’ – agrega.
‘’Yo también’’ – vuelvo a mentir.
‘’Cuídate’’ – insiste.
‘’Si’’ – en seco.
‘’Adiós’’ – dice con dolor.
‘’Adiós’’ – corto al fin la comunicación, cuelgo el teléfono, me levanto del sillón, y salgo a través de la puerta.
No la amo, ni la amé alguna vez.
Tomo el abrigo, el sombrero, y salgo por las calles suburbanas que me esperan.
Es una mujer decente, bonita, la señorita ideal que todos amarían… y la aborrezco.
Recosté mi cabeza en su pecho, la besé, cuidé y halagué cien veces… pero nunca la amé de verdad.
Las gotas de una pobre llovizna no alcanzan a mojar mi rostro, y la putrefacción de la basura si llega a mi nariz.
Jugué con ella, no con la intención de que así fuera, pero al fin y al cabo lo hice.
En el callejón, un par de universitarios, droga, y una prostituta.
Me espera, allá lejos, aún después de largos tres meses.
Ilegales, drogas y prostitución, y su aliento sofocado por el alcohol.
¿Volveré a su regazo a vivir una mentira eterna?
¿Un revolver en mi cinturón?
¿Le daré hijos despreciables?, ¿una maldita familia feliz, y un hogar bien mantenido?
Y las balas perforan el pecho de los jovencitos…
Y el amor tan falso como los romances de las prostitutas y como mis palabras dando lugar a unas criaturas con nombre y apellido extranjero.
La prostituta grita, y no la hago callar.
Ella me va a extrañar para siempre.
Ella no me olvidará.
Yo… no olvidaré a nadie…
Ni tampoco les voy a extrañar. |