ENTRE DOS AMORES
Alfonso reposaba pensativo en el asiento del avión que le trasladaba a Madrid. Llevaba tiempo esperando la oportunidad de un viaje, pero por motivos ajenos a él siempre lo iba postergando. La idea de ver a Gloria cada vez se le hacia mas apetecible.
Él había rehecho su vida con otra persona pero Gloria siempre había sido su gran amor.
La conoció por Internet. Gloria era casada y tenía muchos problemas en su matrimonio. Pasaban horas hablando y poco a poco aquella amistad se fue convirtiendo en algo más. Sin darse cuenta se estaban declarando su amor. Él empezó a recapacitar pensando que aquel amor no podría llegar a ningún sitio, ya que ella era casada y vivían a 500 Km. de distancia.
Por aquel entonces Alfonso se encontró con una antigua amiga, que de alguna manera se le insinuó. Comenzó a salir con ella e hicieron planes, para, de alguna manera, poderse quitar a Gloria de la cabeza. Aunque fue imposible, a pesar de su lucha, Gloria seguía en su mente .
Él era un hombre fiel, pero su matrimonio, después de dos año, no era lo que había esperado.
Luchaba con su conciencia entre lo que debía de hacer y lo que quería hacer. Deseaba a Gloria con todas sus fuerza y desde que aquel viaje se había planeado, no se le iba la idea de la cabeza. Tampoco sabía cómo reaccionaria ella si la llegaba a localizar. Habían pasado tres años y cabía la posibilidad que ella ya no se acordase de él.
En aquel momento estaba decidido a llamarla. Lamentaba que estuviese en el avión y no pudiese encender su móvil. Se hizo la promesa de que cuando bajase la llamaría sin más esperas.
Empezó a imaginar cómo la recordaba. A pesar que sólo la había visto una vez su imagen se le había quedado grabada . Lo que más le fascinaba de ella era el cariño con el que le trataba. Jamás se había sentido más querido por nadie. Cómo añoraba el volver a escuchar su voz suave, sugerente de mil caricias.
La voz de la azafata anunciado que se abrocharan los cinturones le sacó de su abstracción.
Recogió sus maletas y allí mismo encendió su móvil, para buscar el teléfono de Gloria. Estaba impaciente y nervioso. Cuando consiguió encontrarlo se desmoralizó cuando le saltó el buzón de voz, pero a la vez le tranquilizó, eso significaba que no había cambiado de número de teléfono. No escuchó lo que tanto temía: “este numero no pertenece a ningún cliente”. Si hubiese sido así se habrían acabado todas sus esperanzas.
Cogió un taxi hasta el hotel donde se iba a alojar y en el camino intentó varias veces más comunicarse con ella con el mismo resultado. Decidió no insistir más y dejarlo para la mañana siguiente, a ver si tenía mas éxito.
Cuando llegó al hotel tomó algo ligero y pensó acostarse pronto. Al no poder conciliar el sueño decido coger su portátil y conectarse al chat donde solían hablar. Hacía mucho tiempo que no entraba en los chat, desde que dejó de chatear con Gloria.
Examinó la larga lista de nick y allí encontró el que buscaba: “DESEADA”. Le dio un vuelco el corazón, le pinchó rápidamente el privado y antes de que le contestara se dio cuenta que había salido del chat . Cabía esperar que se hubiese caído y volviese a entrar . Allí se quedó esperando a ver si volvía a ver aquel nick tan deseado. Apareció:
- Hola. - Le dijo
- Disculpa, estoy ocupada .- Respondió ella.
- Sólo una pregunta, por favor
- Dime
- ¿ Eres de Madrid?
- Si
- ¿Te llamas Gloria?
- No, lo siento
- Disculpa, gracias.
Otro cartucho quemado. Hubiera sido demasiada suerte que nada más entrar la hubiese encontrado. Desesperado apagó el portátil e intentó conciliar el sueño. Al día siguiente tenía que madrugar, le esperaba mucho trabajo y no podía bajar la guardia, se jugaba mucho en aquel negocio.
A la mañana siguiente intentó concentrarse en lo que estaba haciendo pero le resultaba imposible. Iba a estropear aquel negocio por su falta de interés. La constructora había confiado en él para el trato de aquellos terrenos pero estaba viendo que los otros compradores se lo iban a quitar. Cuando lo creía todo perdido tuvo un momento de lucidez, de los muchos que solía tener y al final consiguió la compra.
Si aquel negocio salía bien, pensaba quedarse unos días de vacaciones para pasarlos con Gloria. Volvió a insistir en el teléfono y seguía el buzón de voz puesto. Decidió ir a comer. Lo intentaría por la tarde, si no conseguía hablar con ella cambiaría los billetes y se marcharía en el último vuelo. Llamó al aeropuerto y le dijeron que había billete.
Fue al hotel, recogió sus cosas, pagó la cuenta y pidió un taxi. Ya en el taxi volvió a marcar el número de Gloria. Pensaba que se merecía aquello ya que en su despedida no había sido muy cortés con ella, no le dio ningún tipo de explicaciones simplemente desapareció. Pensando en Gloria se le hizo muy corto el camino al aeropuerto. Pagó al taxista y esperó a que le bajara la maleta, sacó de nuevo su móvil, sería el último intento. Comenzó a marcar... cuál sería su alegría que en ese momento le dio señal de llamada, no la tan temida voz del contestador. Al otro lado contestó la voz que tanto había anhelado oír . Se puso tan nervioso que no vio que chocaba con alguien, Alfonso pidió disculpas .
Ella se había puesto tan nerviosa al ver quién la llamaba que no reparó en que se llevaba por medio a alguien. Al reconocer a Alfonso y ver que él no la reconocía quiso hacerse la dura, para castigarle, por lo menos por la forma en que se despidió. Gloria estaba muy cambiada, su pelo corto negro se había convertido ahora en una hermosa melena rubia. Después del choque los dos se separaron. Gloria contesto a la llamada, pero mostrándose fría y distante.
- ¿Dígame?
- Hola, Gloria, soy Alfonso. ¿Me recuerdas?
- Sí, claro, aunque después de tanto tiempo pensé que quien no recordaría serías tú a mí.
- ¿Me disculpas? en estos momentos no puedo atenderte, me llamas, si te es posible, más tarde.
- De acuerdo.
Alfonso notó aquella frialdad, pensó que todo el encanto que hubo entre ellos nunca volvería. Estaba apunto de salir su avión y tenía que tomar una decisión. Si se marchaba se resignaba a seguir la misma vida que llevaba y si se quedaba aún le quedaba la esperanza que ella le escuchase
Gloria lo estaba viendo moverse de un lado para otro, como indeciso, sin saber que hacer. Se estaba conteniendo para no salir corriendo y abrazarle, pero seguía manteniendo aquella actitud fría que pensaba que él se merecía .
Mientras estuviera a su vista no haría nada. Él, por fin, se instaló en la única mesa vacía de la cafetería abarrotada, entonces Gloria puso en marcha su plan. Alfonso no había cambiado, seguía siendo el mismo hombre atractivo del que aún seguía enamorada. Lo único que en aquellos tres años le habían salido algunas canas en sus sienes , que le hacían, si cabía, más atractivo. Gloria se levantó del puesto de observación que había escogido, y con su pequeña maleta se dirigió a la cafetería. Pidió un café en la barra, lo cogió y se dirigió a la mesa de él.
- ¿Me permite que me siente? – Preguntó ella.
- Si, por supuesto .
Ella se sentó frente a él y le miro descaradamente. Alfonso retiró la vista, en el fondo era un poco tímido, pero se dio cuenta que era con la persona que había tropezado anteriormente y a lo mejor ella esperaba una disculpa. Se decidió a hablarla:
- Disculpe señora mi torpeza de antes iba distraído y no la vi.
- Por eso estas disculpado Alfonso. Pero a lo mejor tienes que disculparte por otra alguna cosa. – Dijo ella con una provocadora sonrisa.
El entonces reconoció aquella voz y recordó todas sus facciones aunque su aspecto había cambiado
- Gloria ,Por supuesto que si , por mi forma de desaparecer de tu vida.- él extendió las manos y cogió las suyas , aquella sensación de volver a ser rozada por él la hizo volver a vibrar de pies a cabeza, nada había cambiado y él lo notó.
- Te explico lo que me hizo tomar esa decisión: yo necesitaba una relación estable y tu estabas casada, a pesar de lo mucho que te amaba no estabas a mi alcance y una despedida me hubiera hecho volverme atrás en mi decisión .
- Ahora soy libre hace un año que conseguí el divorcio. ¿Mi imagino que ahora el que está casado eres tú? .
- ¿Si fuera libre te casarías conmigo?
- Casarme no, pero podría vivir veinte vidas junto a ti.
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