Campanadas...

Muere un día, nace un año
campanadas de muerte
se mezclan en mi llanto,
llegan a mi secos labios
y con ellas me embriago.

Directa al corazón
la primera esta tocando
sonidos de cruenta razón
que a me están matando
por un oscuro desengaño.

La segunda es aun peor,
borra de un plumazo la ilusión
el sustento de la existencia
y me nubla el corto juicio
del sentir en cada día.

Más no hay dos sin tres
cuando viene resonando
y te quita la tierna locura,
la que te da el interés
a esta vida ya madura.

De la cuarta, mejor no hablar
que se apodero el silencio
para abrirme el deambular
entre roquedales y espinas
de un absurdo caminar.

Sin pena ni gloria es la quita,
con una mustia sonrisa
carente de esperanza.
entre olvidos ausentes
que destrozan el alma.

Justamente a la mitad
la sexta esta sonando
para hacer una pausa
en el largo camino
que nunca andaremos.

Con la cansina séptima
retintinea el olvido
entre vagos recuerdos
de algunos silencios
que no nos hemos dicho.

La octava nos despierta
con repiques maquillados
de una sonrisa incierta
que duerme los sueños
en el umbral de la puerta.

Es la novena la que ofende
con palabras decidoras
cortando el camino en ciernes
de un sendero a lontananza
sin nuestras sombras.

Retintinea la décima
con esperar caduco
en una calle cualquiera
que por un mal trago
se nos hace cuesta arriba.

La undécima trae un beso
con la cara trasmutada
a un ser desconocido
porque la boca esperada
estaba por otro lado.

Se fue el abrazo con la última
cuando ya murió el año,
trasportando la esperanza
a un muy apartado olvido
que el recuerdo no la alcanza

Siglos, días o segundos,
una detrás de la otra
en el alma están sonando
y se llevan la vida
que no ha empezado.

Joan © Bosch 07/01/11