¿Otra vez aumento el combustible? proclamaba el encabezado que con la mirada perdida fugazmente alcanzo a observar al mismo tiempo que para sus adentros exclamaba: que poca madre; Su furia solo duro unos segundos pues fue arrancado drasticamente de ese pensamiento por el ruido de unas llantas rechinando y el subito paro del transporte publico en el que viajaba, los gritos nerviosos de algunas pasajeras y el casi aullido del conductor al gritar: cuidado. Lo devolvieron a esa realidad carente de todo sentido social para aferrarse al tubo que sobresaliÂÂa del asiento y mirar como se abalanzaba sobre la micro aquel camion de color rojo de doble cabina y que en la trompa traiÂÂa una insignia que decia : Kenworth Kenmex . Sin tiempo si quiera para asustarse Jose cerros lo ojos y estiro las manos como si con ello pudiera detener la mole de acero y fibra de vidrio que se aproximaba para dar su mortal estocada, como el toro que moribundo guarda todas sus fuerzas para dar el ultimo golpe a aquel torero causante de tanta agoniÂa.
En ese momento entendio cuan relativo puede ser el tiempo, pues para Jose pudieron pasar minutos desde el 1er crujido del metal hasta que el sonido del impacto y la fuerza de aquel golpe brutal deshiciera o la caja de metal, remaches con vidrio y motor llamado micro-bus , el evento fue tan rapido pero a la vez tan eterno que claramente pudo escuchar a su compañera de asiento recitar un padre nuestro, pudo ver como aquel hombre mal encarado de chaqueta azul sentado a la par suyo inconscientemente balbuceo el nombre de sus dos hijas : Cecilia Y Estefania y como una lagrima rodaba por aquel rostro cubierto de grasa hasta la comisura de sus labios, pudor ver como las astillas de vidrio comenzaron a volar como si en el vacio del espacio flotaran mientras que el colectivo comenzaba a gira sobre su propio eje cual bailarina de ballet; Tan solo habiÂÂan pasado unos cuantos segundos.
Para Jose fue como si alguien hubiera apagado el interruptor principal, ya no habia sonidos luz o movimiento, ya no habia sensacion; tan solo un vacio oscuro y profundo. En tal oscuridad tampoco existia conciencia alguna, nunca miro su cuerpo desde arriba como en un viaje astral ni tampoco miro un tunel con una luz blanca y reconfortante al final, lo que si existia en ese momento era una ansiedad, tan fuerte que parecia que era lo unico que lo haria volver a la vida, un sentido de urgencia que lo carcomia.
Una luz blanca deslumbraba su vision mientras el olor a medicina penetraba por sus fosas nasales al tiempo que las drogas empezaban a desaparecer, reconocia que se trataba de una enfermera por el sombrero blanco con la insignia de la cruz roja en el frente y la linda sonrisa con sombra de muerte tatuada en el nacarado de sus impolutos dientes.¿Y los demas? Pregunto en un tono muy leve y con la esperanza de ser el unico lastimado. Sin rasgo alguno de sorpresa o dolor la enfermera respondio: Es usted el unico sobreviviente, es casi un milagro, el trailler impacto directamente en su costado y no tiene ni un hueso roto, solo unas simples cortadas, alguien haya arriba debe quererlo.¿Que religion profesa usted?
A lo que Jose¨ exhalando un suspiro respondio: soy ateo enfermera.
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