Situreón se detuvo frente a una multitud en una calle ordinaria. Estaban mirando hacia un escaparate un gran letrero y cuchicheaban.
La extraña criatura con cuerpo de quimera, alas de ángel, garras de arpía, sonrisa soleada y melena de león se abrió paso entre los observadores y pudo leer en primera fila un curioso cartel en una hoja ordinaria y plumón negro sobre un fondo de telón rojo aterciopelado:
Se Compran Sueños
Pensaba Situreón que esa fila se trataba de gente que veía su fortuna asegurada por la cantidad de dinero que le podrían sacar al aventurado autor del escrito, sin embargo, los murmullos de hilaridad e incredulidad le decían que aquella muchedumbre veía lo mismo que ella pero no lo entendía de igual forma.
Situreón entró con la agradable campanilla dándole la bienvenida a un local ventilado y rústico pero lo que ocurrió ahí quedó fuera de la vista de los demás que hervían de curiosidad.
Salió poco después con una sonrisa como mediodía de sol intenso y todos se acercaron. Querían aproximarse lo más posible, rozar con sus manos ese rostro luminoso, mesar los cabellos libres como la felicidad más pura y asir esas manos que, lejos de semejar amenazantes, daba ganas de domesticar su naturaleza mitológica con caricias afectuosas.
Situreón suspiró, el pecho henchido de euforia, cuando los más temerarios, los más valientes y los de genuino interés se abrieron paso para hacer un círculo íntimo, cariñoso, expectante. Querían saberlo todo.
-¿Sí compran sueños?
Situreón se encogió de hombros, no hacía falta hablar. Todos tenemos la respuesta que queremos obtener, vemos lo que queremos ver y escuchamos aquello que se ajusta a lo que nos place…
-¿Te dieron mucho por los tuyos?
-Amigos, he de compartirles que aquí hay para la abundancia y riqueza ilimitada que todos añoran…
Algunos rostros se contagiaron de luz, otros tantos retrocedieron y se diluyeron entre la masa fervorosa.
-¿Qué hemos de hacer? –decía gente destacada, con esa aureola de liderazgo que da ganas de abrazar como una idea fabulosa.
-Entren pero sepan antes que tienen que tener muy claro cuáles son sus sueños porque se compra todo y cada uno para dejarlo salir al mundo físico en un abrir y cerrar de ojos.
Los que quisieron entender, lo hicieron. Así de simple.
-¿Tú qué soñaste? –dijeron los que salieron con idéntica sensación triunfal al seguir el ejemplo irrefutable de Situreón.
-Mi sueños son como cuerpo de quimera, alas de ángel, garras de arpía, sonrisa soleada y melena de león rodeada de criaturas fantásticas compuestas de todo lo que rebasa la imaginación. |