Volé. Sí, volé. No me interesa si me crees o no, simplemente, volé. Es una sensación que sólo siente cuando estás en esa situación, no sientes la gravedad, tu sensación de peso desaparece, es como si tuvieras alas que diriges con solo pensar hacia dónde quieres ir.
Aunque no te recomiendo que lo hagas. Cuando vuelas no vuelves a pisar tierra, es lo más irónico. Al alcanzar la libertad máxima es imposible que vuelvas a ser parte de las leyes de la naturaleza, parte de las leyes de los vivos.
Te hablo en medio de sueños por que no tengo otra forma. Sé que estás bien, te estoy viendo desde tu ventana. Felizmente puedo volar, aunque ya no podré estar cerca a ti para pasear por el parque, para disfrutar una buena conversación, para nadar en la playa durante el verano o abrazarnos durante una camina en invierno.
Me duele haber decidido volar cuando pienso en nuestra separación pero es fácil de entender la felicidad que ahora vivo al estar volando, ya no con pedazos de sueños, casi sin sentido sino de verdad, haber encontrado el medio para volar, que fue muy duro decidir tomarlo, es una decisión que llevó a cuidarte desde aquel momento.
Ahora me llaman, espero no te olvides de mí, cuenta las estrellas que brillan en el cielo, alguna de ellas seré yo aunque podré estar a tu lado más rápido de lo que puedas pensar.
Si algún día escuchar que tuve que saltar de muy alto para volar, piensa en los lazos que formé gracias a ese salto, salto ciego, salto al vacío.
No es tiempo que saltes, aún tienes que vivir algunas cosas... velaré por ti.