EL ÚLTIMO AMALECITA

Gritos indecibles, espadas desgarrando carne, brazos intentando proteger a seres queridos, un río de sangre para aplacar la ira injustificable.

Desde la tierra, aturdido y estropeado, miró a su alrededor. Alcanzó a ver destrucción, muerte y llamas. Los cadáveres mutilados por espadas enemigas yacían tendidos sobre la cama de la tierra como si formaran una gran sabana roja.

Su padre, muerto con los ojos abiertos y una expresión de horror en su rostro. En su corazón, la herida punzante de una lanza. Su madre, con un tajo en la garganta y otro en el vientre. La espada de algún malvado trajo sin vida a este mundo a la menor de sus hermanas.

El último de los amalecitas se esfuerza por quitarse de encima el peso de un cadáver. Respira humo, olor a sangre, muerte y terror. Al fin obtiene las fuerzas suficientes para mover el cuerpo sin vida de su hermano mayor, quien con sólo cinco años intentó protegerlo.

Cuando se incorpora, ve ante sí un valle de muerte y de fuego.

Lágrimas, dolor y llanto brotan del pequeño niño. Él no comprende el porqué de la maldita locura.

Lágrimas, dolor y llanto...y sangre de su costado brotan del niño pequeño. Él no entiende su pecado.

Lágrimas, dolor y llanto, y sangre de su costado, y hasta la vida misma se le escapan para siempre. Cae como los demás para que pueda decirse que fue destruida su tribu, pues ha muerto por la espada el último amalecita.

por Jor-El Irizarry
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