Me duele ver mi mundo como ha sucumbido
perdiendo los valores y los buenos principios.
haciendo uso de todo lo indebido,
cada cual construyendo su propio paraíso.

Y como renuncia a Dios el delincuente,
así tranquilamente vive mi gente.
Hay mucho desaliento y pocos bríos
en esta sociedad sin desatino.

Y así como en la mar parte el navío,
la fe de nuestra gente va muriendo.
Y como el ciego frente al libro abierto
nadie ve lo que está ocurriendo.

¡Cuánto anhelo regresar a lo que fuimos!
caminar por las calles sin tener enemigos,
escuchar de los pájaros su dulce trino
y no disparos al aire sin destino.

Quisiera ver mi terruño tranquilo,
sin necesidad de volar a otro mundo,
ni renunciar a lo que antes quisimos
porque mi gente haya perdido el rumbo.

En esta linda y pequeña esmeralda
dejó Dios depositada su alma,
por eso me duele en lo más profundo
¡cómo sucumbe mi Patria!