“Siempre lográs emocionarme y entristecerme a la vez. Hay en tus palabras tanta ternura y tanto amor que provocás que los ojos se empañen”.
Melina Cavalieri
Gracias por inspirar, tanto…
Gracias por tu melancolía contagiosa.
Gracias por hacer que mis lunes de columna valgan la pena.
Gracias por aparecer de sorpresa en el libro.
Gracias por la ternura, siempre.
Gracias por regalarme una vez aquellos versos tremendos.
Gracias por no parar de sonreír en las fotos, esto ya te lo dije una vez pero no quiero que lo olvides…
Gracias por escribirme esa paradoja de emociones y tristezas.
Quiero decirte muchas cosas y no sé cómo. Siempre me pierdo en las refriegas entre cuenteros. Pienso que no estamos aquí para eso. Ni sé si tu marcha obedece a la causa. Intentó pensar que volverás. Pero el nudito me salió ahora, al releerte (lo hago a menudo) y por eso me tomo la libertad de contártelo tal y como lo estoy sintiendo, sin orden ni concierto... Disculpa mi torpeza en las distancias cortas y en los textos largos. Ya sabes que pasar de diecisiete sílabas me produce vértigo.
Solo quiero decirte que los ojos empañados esta madrugada son los míos, que te echo de menos, ¡y mucho! Perdona el abuso de confianza a “quemaropa” pero se me hace extraña tu ausencia y la llevo fatal.
Tengo la esperanza de que alguien lea esto y sepa hacértelo llegar, por lo menos así sabrás que causaste un daño colateral con tu decisión y que, como humilde afectado, reivindico que recapacites, tan solo eso, que no es poco…
Para ti un haiku triste, fruto de esta extraña, incómoda y nada manejable sensación de no saberte aquí, cerquita.
Beso, grandísimo, Jose.
negra esta noche,
sin tus cuentos ni estrellas…
más negra, sin ti…
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