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EL PEOR TRABAJO DEL MUNDO

Tengo el peor trabajo de toda la jodida historia. De toda tú jodida historia. Soy el encargado de levantar tu asqueroso culo todas las mañanas. De motivarte a tomar las decisiones más importantes, como al decir "acepto" frente al amor de tu vida, o las más ridículas, como elegir que película ver un fin de semana.

Soy un mito en el colectivo y mi existencia sólo se demuestra cuando le conviene a la masa. Pero lo cierto es que estoy ahí, presente de lunes a lunes, las 25 horas del día. Con el peor trabajo de toda la historia y sin poder renunciar ni jubilarme.

Soy el responsable de la vida y de la muerte en tus manos. De que se escriban estas líneas y de que hoy y ahora te encuentres leyéndolas. Lo quieras o no, soy capaz de mover cada centímetro de tu cuerpo.

Siendo humilde, no serías nada sin mí. Maldito pedazo de carne tóxica, que se refiere sueltamente a su importancia, fundamentándola con el simple hecho de "ser". La verdad es que yo tendré siempre la última palabra, me guste o no. Una palabra más poderosa que las leyes de los hombres.

Soy tu Dios y tu demonio, así que te pediré un poco de respeto, por soportar todas tus mierdas imperfectas, desde la primera bocanada de aire, una vez que estuvimos fuera del cubil uterino.

Conozco tus secretos y locuras suprimidas. Recorro con libertad por cada uno de los rincones de tu cabeza y, aunque a veces me aburro, siempre logro que un pequeño traspié de tu parte, me anime.

No me importa tu condición barbarie, tu naturaleza autodestructiva, tu soberbia de barro, tus trofeos, tu cuenta bancaria, tus canas, el tamaño de tu barriga y el olor de tus gases. Si puedo hundirte, con plena conciencia, no cabrá duda en que así lo haré. A veces me canso de abrigarte cuando tienes frío, de pelear cuando te golpean o de besar, reír y llorar por ti.

Sin embargo, arrojar la toalla nunca ha estado en mi lista y confieso que, aún con todo aquel poder sobre ti, no tengo la certeza de que tu final, mi desgraciada marioneta, signifique a su vez el mío.

Entonces, ¿Qué nos cita e impulsa este discurso rabioso? Es puntualmente proponer un trato simple: Facilita mi trabajo sin convertirte en un obstáculo humanoide. Si tan sólo te hubiesen explicado al principio que aquí nunca estarás sólo y que las órdenes las doy yo, el escenario sería diferente.

Después de todo ¿Qué es el hombre sin su Voluntad y viceversa?

Texto agregado el 28-12-2010, y leído por 91 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
28-12-2010 ES la ignorancia, hermano. Tendríamos que aprender a saludar al colectivero, que bien dices tú, es dueño de nuestra vida. azucenami
28-12-2010 Muy bueno. susana-del-rosal
 
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