Me subo a un antiguo auto y le pido al conductor que me lleve. Recorremos un camino de tierra en buen estado y a los costados el pasto crece con un color verde que encandila y pequeñas flores blancas lo decoran, como si fueran estrellas acompañando a la noche. A lo lejos se ve como el camino se eleva un poco y llega hacia una carretera que lleva hacia la ciudad. Me bajo antes de llegar al camino de asfalto y camino en dirección contraria. El cielo está más azul que nunca y las nubes tienen formas alargadas y algo difusas. A medida que camino aparecen niñas y niños, jugando en columpios, persiguiéndose y hablando. También hay algunos adultos y a lo lejos a mi izquierda se ve un camino que lleva a una iglesia roja. Siento tranquilidad y no hay prisa en mi andar, uso una chaqueta de mezclilla y mis manos están en los bolsillos de esta.