Rutilantes rayos pasan a través de auroras pulimentadas, áureo esplendor yace adyacente en el horizonte.
Las personas atiborradas en lugares miran hacia los confines del límite visible.
Palomas viajeras vuelan sin rumbo aparente, se pierden, dan vueltas hasta caer muertas de hambre.
Perros enloquecidos, no han podido encontrar comida en semanas, para no morir de inhibición comen cualquier cosa.
Niños, gatos, incluso los más desesperados se comen a ellos mismos, sus heridas infectas se esparcen, cubriendo todos sus cuerpos, chillando se retuercen hasta morir.
Toda esperanza se ha perdido, sin alimento, no queda mucho más, el mundo ha estallado en guerras por cualquier motivo, con el solo pretexto de conseguir elementos para mantenerla.
La mayoría de los territorios han sido ocupados, tierras fértiles mancilladas perdieron vitalidad, luego siguieron con sus correrías, matando, devastando, aniquilando, aplastando cualquier intento de resistencia.
De haber escuchado a los antiguos sabios que decían, en tiempos de antaño, que el poder de la luz se acabaría, y que el orbe entraría en una era de oscuridad y decadencia esto se habría evitado…
Una época de mil lamentos y penurias ha comenzado, las pocas personas aptas para la defensa están nerviosas, musitan, tratando figurarse cómo terminará todo.
Acá, en mi castillo de malaquita, veo en lontananza las lanzas de nuestros enemigos, mis tierras son las únicas que tienen un resquicio de provisiones.
Empiezan a preparar sus armas, nos invadirán, matarán, y luego violarán indiscriminadamente a todas las mujeres, los demás serán torturados hasta morir.
Nos superan en gran número, no creo que podamos resistir el embate, tampoco podemos retirarnos porque estamos bajo asedio.
No hay mañana, sin futuro la luz nunca volverá, ésta es una crónica de una tierra olvidada…
|