siglos de belleza separan
tus labios de los míos,
canciones tibias amoratadas
se llevan mis sueños,
no aguanto más que mirarte,
y callar en mis sombras
de semblante azul y vacío,
no me canso de sentarme,
solo, solo en un mundo
de verdes prados fríos.
no sé cuándo apareciste,
no sé que sucedió libre
hombre, al libre niño,
a ese que dormía en su vigilia
de cieno y esperanza,
a ese que carcomía sus sienes con olvido,
con olvido sin sentido.
bon, ya estás aquí!
y un ruido lejano eras,
y ahora cantas, aquí!
y mi alma se acercó a mí,
al nuncio muerto que aquí...
aquí lloraba pensando en manos dulces,
caminatas amarillas,
y una estación de metro
que se acaba en las calles grises,
turbias y malignas.
acá ll |