Yo miro al dorso
cuando no respondo
y me vuelvo convexo
cuando converso.
Se me duerme el alma
cuando tengo calma.
Me convierto en langosta.
Salto, salto por una angosta
y larga faja de tierra.
Soy la sierra que corta la madera.
Soy el aire
que acaricia tu cara
y soy el sol
que abriga tu esperanza.
Mis brazos de viento son.
Los puedes ver bajo del sol.
Me he robado bellas mariposas
que vuelan descuidadas y azarosas.
Las que celosas resguardan secretos.
Soy un verso,
naciendo e interviniendo,
voy y vengo.
Aparezco en tus ojos.
Aparezco en tu sombra,
así sigo tus pasos y tu los míos
formándose un camino
de pasos cantados
y de pasos cansados.
Cantando cuentos amarrados
se transforman en pasos opacados.
Sigo tu camino,
cual dragón su bocadillo.
Y en lo alto de la montaña
hay una gran maraña.
¿Es tu mente o la mía?
Ya no logro distinguir,
solo se que contigo debo ir.
Extiendo alas en mi memoria
planeando sobre versos escritos
y olvidados en buena hora.
Tramando historias
en este momento presente
con estilos diferentes
y en una forma coherente
porque lo frecuente
es un encuentro de consensos encubiertos y
un verso como pretexto
matando el letargo subyacente.