Es la castaña del norte la más hermosa jamás criada.
Su porte celestial arraigado al más profundo de los fuegos
envuelve mi corazón cual cápsula espinosa
protegiéndolo de colosales plagas maléficas
y acariciándolo con ráfagas templadas.
En esa tarde que te busco y no te encuentro,
mi caminar se aproxima con melancolía,
y no es que no te vea, porque distingo tus perfiles,
pero tan endurecida está tu corteza,
que frena el aroma de tus cosechas.
Y dicen que fueron los vientos del sur quiénes le otorgaron tal realeza,
pero alguien me susurró que fueron los vientos de la esperanza,
esos vientos que hoy tú me regalas con tu ausente presencia.
Texto agregado el 15-12-2010, y leído por 145
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
28-12-2010
Me encanta cómo escribes. Feliz Navidad!. Marta. monotonia
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