Hacia horas que la partida había acabado. Todos se habían marchado. El jefe de sala tocó en el hombro a Jaime que aun permanecía sentado delante de la mesa de poker.
-Ya es la hora amigo.
-Llevaba las matemáticas de mi lado, lo sabe jefe, usted lo sabe, las matemáticas estaban de mi lado. Sólo le servía el cuatro de tréboles.
- Aquí las matemáticas no son un gran aliado, pero usted jugó bien. Ya todos se lo dijeron.
- No sé jugar. Nunca he sabido.
- No se torture amigo, esas cosas pasan.
- Aquí estoy perdiendo el tiempo. Me empeño en ganar jugando a juegos inofensivos y no me atrevo a jugar la verdadera partida.
- ¿La verdadera partida? Ahora no estas hablando de poker ¿Verdad?
- No jefe hablo de escribir una carta que lleva tres años de retraso.
- ¿Una mujer?¿Crees que esa partida la ganarás?
- No quiero ganar, me conformo con atreverme a jugar.
- Suerte, amigo. Espero que las matemáticas te sirvan esta vez.