Viajan en micro y no ocurre nada relevante.
Uno del grupo está extasiado con la luminosidad del vehículo, él mismo se extravía siguiendo las luces de la ciudad, suspendiéndose en sus rincones secretos y en sus abismos.
Otro verá en el reflejo de la ventana, es decir, en la conjunción de las imágenes que se confunden, la figura de su amor no consumado, su pañuelo a lo árabe, su tranquila seguridad, su mirada verde, libidinosa y cariñosa; maldice su vida repartida en diversos mundos.
Otra siguiendo el rumbo de sus razonamientos, se encuentra consigo misma, sorprendida ante las posibilidades de existir. Su compañero sonríe, se conforma con ser y con lo sido.
Otros dos cantan y golpean rítmicamente los fierros y las ventanas, la noche es pa' gozarla, Corrientes, Corrientes, la gente ya se prende, Corrientes, Corrientes, la gente está demente...
Aún quedan bastantes minutos para llegar. |