¿De dónde sacaste los ángeles que te siguen a todas partes? Son los ejecutores de tus perturbadoras misiones. Caras tristes, fatiga de andar por los tumultos de la nada.

Me atrevo a decir que los estás usando para matarme, para dejarme en el olvido del amor, de ternura abrumada, agrietada por el querer infinito.

Mátame y destrózame, pero perdóname en el intento. Haz destructoras tus palabras: llámame loco, mírame con odio y grítame enfermo…sabes que lo soy.

Recuerda el resplandor, el aire frío y la hierba tierna de aquél verano en que yo era el diablo cuidador que te seguía. Él que caminaba con dinamita lista para usarla en tu favor.

Mírame mientras me arrancas las alas con tus blancas y pequeñas manos tibias. Come mis entrañas mientras tus ángeles se saborean con tu banquete. Dolor, mil veces devorador de ilusiones, quema como fuego de explosiones eternas.

Recuerda el resplandor, el aire frío, la hierba tierna de aquel verano, aquella mañana. Mátame, pero antes escucha mi última plegaria: Dinamitemos el cielo, sé que estaba en tus planes hacerlo.