Su estructura fría, inmóvil sólo huesos amarillentos debajo de un cielo donde la luna y el sol se consumen, el viento sopla en un mundo desolado y frío.
El señor calavera espera que termine el día final, cuando el último rayo de sol se extinga, la soledad y la noche serán las únicas que sobrevivirán. Las rosas y las flores se marchitaron hace mucho tiempo, los animales son sólo huesos sobre piedra caliza y las civilizaciones son ruinas apagadas y llenas de polvo. No existe nada ni nadie más, únicamente la triste sombra del señor calavera vive.
El agua se evaporo y durante mucho tiempo sólo nubes sin lluvia cubrieron el cielo después se fueron al norte lejos del señor calavera y el cielo quedo despejado. Las lágrimas también lo abandonaron se secaron como sus ojos su piel y su carne.
Él que quería y merecía morir y la vida burlona lo transformo en la muerte, el que quería huir, irse lejos, pero la maldición de su propia promesa lo aprisiono a ese mundo vacio.
-Yo esperare aquí a que vuelvas amarme, hasta el día en que las sombras cubran al mundo- Con estas palabras el señor calavera sello su destino.
Se fue quedando solo, sin la posibilidad de morir, vio sufrir, amar y morir a muchos humanos, estuvo presente el día de la extinción del hombre. Vio desaparecer los mares y también llego a sus manos huesudas el cadáver de la última mariposa. Tuvo muchas ganas de llorar pero ya para esos días no había ojos de dónde sacar lágrimas. Sentado y sin movimiento pasaba las noches con la cabeza entre las piernas contando granitos de arena. Sin compañía, sin otro a quien hablar y sin lengua para ello, también olvido las palabras sólo dejo las necesarias, las importantes
Un día el sol comenzó apagarse y las estrellas lejanas parecían brillar con mayor intensidad, las noches se volvían largas. Así lo supo, su momento había llegado. Caminó al lugar de su juramento, un cementerio lleno de tumbas viejas, que él limpiaba quitando lo más que podía de polvo para que no quedaran enterradas, ahí estaba la piedra que el señor calavera colocara cuando todavía tenían fuerzas sus manos y sobre aquella piedra las letras grabadas.
“Aquí yacen los restos de un Ángel.”
Así fue, el señor calavera asesino al único ángel que piso la tierra, arranco sus alas en una noche de alcohol. No fue su intención no midió la fuerza de sus golpes. La niña quería ser una mariposa, tenía unas pequeñas alas de cartón sobre la espalda cuando su cabeza choco fuerte contra el suelo. La hija del señor calavera murió aquella noche.
El silencio se rompe un instante
Una vos dulce y delgada irrumpe en medio del silencio-has venido, aunque pareces estar sin fuerzas, es una buena señal, dime ¿por qué estás aquí?-
- yo, ansió ser perdonado, si eso busco, un perdón-
-¿De quién?, yo nunca te he culpado de nada, estas aquí y para mí eso basta-
Las sombras se vuelven impenetrables, un viento delgado viaja por las planicies de la tierra y los huesos se transforman en polvo blanco que se difumina en un universo inmenso. Dejando a su paso una brisa pequeña las últimas lágrimas del señor calavera.