Entre las muchas otras cosas que, estoy seguro, algún día me prestaste, y de las cuales, lo más probable, la mayoría no logren ser rescatadas por mi memoria, había una película. En realidad había dos. O quizá tres, quién sabe. Sí, unos discos piratas, de esos que comprábamos en la u, en el persa, de esos que le comprábamos a Gatito Peliculero (¡qué nombre más poco apropiado! (salvo quizá por esa cara de gato apestoso)) cuando no teníamos nada más que hacer que perder clases, porque, digámoslo aunque a muchos les duela el orgullo, nunca necesitamos mucho que nos enseñaran cosas, y porque por qué diantres íbamos a comprar discos originales cuando teníamos al Gato Apestoso (aunque en ese punto yo tenía mis reservas), ¿te acuerdas? Sí, te acuerdas, porque una de esas películas la vimos en tu casa, una noche que salimos al aire frío a tomarnos unas chelas mientras caía la ceniza seca del cigarro, la Lu dormía en su pieza y la Vale en su rinconcito en el sillón. No recuerdo muy bien (lo que en realidad es un eufemismo de no recuerdo en absoluto) de lo que hablamos esa noche o de por qué razón nos juntamos o si fue antes o después de no vernos por tanto tiempo salvo fuera por las cámaras en los laptops a millones de kilómetros de distancia (aunque tengo la insistente sospecha de que fue después), pero sí recuerdo (lo que en realidad es un eufemismo de recuerdo vagamente bien) de que fue una buena noche. Sí. Una buena noche. Fue una noche tan buena como esa otra noche en la casa de Pinto Querido. Claro, los matices son distintos; en tu casa bebimos de la botella y no estábamos la mitad de ebrios que en el departamento de Pinto Querido. Pero tú entiendes. Fueron buenas noches, el adjetivo en su máxima expresión. Falta nada más que te veas el rostro en el video que grabaron aunque, claro, lo más probable es que no puedas. La sandía era mucho más grande que los rostros de todos los que estábamos ahí y luego la manga para limpiarse la boca, esa cosas... Esa noche fue tan buena que no recuerdo nada en detalle (lo que en realidad es un eufemismo de que tengo que ver el video para recordar partes de esa jornada), y quizá por lo mismo da como un poco de vergüenza hablar libremente de eso. Probably, English would be the best way to describe it (I’m NOT sorry if I spell words with S instead of Z. This needs to be written properly, and you know what I think of skipping consonants or using urbandictionary.com to say things that can be accurately said without the useless use of shortening them). That way, nobody would be able to understand what I’m saying; except, of course, for those who actually understand English and who happen to be most of the people we both know. But I’m not speaking about that evening. We all know what it was about. We all know about the flying sources. We all know about who really started it all. And I’m not here to blame anyone (or else Pinto Querido would get really mad). En cambio, quería recordar las otras noches, esas no tan buenas (porque por alguna razón siempre me es más fácil recordar los momentos difíciles en lugar de los mejores). Esas noches no tan buenas como cuando no te devolvía las películas (porque me parece recordar que eran más de una). Y te creo que te molestaras por eso. Siempre creímos que éramos una versión del otro. Y si a mí me irrita prestar mis películas (pregúntale a la Vale), me imagino lo odioso que debe ser que no te las devuelvan. También había esas otras noches en que, por alguna mezcla iracunda de nuestras personalidades, solíamos explotar. Lo gracioso es que nuestros líos empezaban por nosotros y terminaban siendo de todos, el Fabián, la Vale, Pinto Querido. También había otros días y otras veces y otras sonrisas y otros insultos, otras tantas millones de cosas que es imposible escribirlas aquí, tanto porque no alcanzarían como porque no puedo, porque cada vez se hace más difícil. Y se hace difícil porque no puedo librarme de las últimas cosas que dijimos.
Y es aquí donde esta cosa se pone lenta. Aquí es donde todo lo que te digo se vuelve un (des)fluir. Ojalá hubiese tenido el valor de decirte algo distinto de lo que dije, porque sabemos que cuando se está enojado las palabras son unas arañas feas que caen por la boca. Ojalá hubiese sido lo suficientemente valiente para romper el orgullo y decirte esas palabras que precisamente en inglés tienen la facultad de romper las barreras de lo permitido por el español “correcto”. Porque cada vez que decía “te quiero” sentía que quedaba un espacio que no se llenaba en mi escala de amor. Algo más que eso, era sobrepasarlo. Pero en inglés, una base conciliatoria que ocupábamos incluso para discutir, mi cariño era el preciso.
En fin. Te preguntarás por qué diablos te escribo esto. Por qué, si según yo, no podrás leerlo nunca. No sé, a estas alturas, me gusta pensar que hay cosas que sí pueden suceder. No sé, a estas alturas me gusta pensar que tal vez, si alguna vez hubo alguna frontera, si es que en realidad hay un lugar en el que estés ahora, puedes leerlo, y entender que te quiero (y que eso suena a poco). Que fuiste una mujer imprescindible, que eres una amiga inigualable, que a pesar de que nunca lo dije muy seguido, siempre estuviste, estás y estarás en mi memoria (a pesar de lo mucho que me cuesta manejarla). Me gusta pensar que puedes sentir lo que digo y que de verdad lamento en el alma – si existe tal cosa – lo que nos dijimos, lo que dije y que te hizo sentir tal mal. No sé si puedes, pero quiero pensar que perdonas todas las burradas, las idioteces que alguna vez expulsé de mi boca y de mis dedos. Me gusta imaginar que mientras cuidas de tu hija (sé cuánto te cargaba que dijera “tu hija”) sientes mi cariño, la angustia que siento de que ya no estés aquí. Quiero pensar que sabes cuánto te extraño, que nada, absolutamente nada, es igual sin ti. Pero por sobre todo, above all these things, I want you to know how much I love you (and that now it means exactly what I feel about you).
Tus películas (las dos o tres), no creo que sea de mucha utilidad devolverlas ahora. Te las devolvería, porque te las debo, pero más importante, quiero que sepas que te debo un beso, un abrazo y una sonrisa tan increíble que no es de este mundo. Y no te debo nada más, porque tú me debes a mí el tiempo que no tuve para despedirme de ti ni de pedirte perdón.
Have a nice trip, Darling. I love you. We all do.
Pablo.
En memoria de Carolina Parra Vera. 23/11/2010. Q.E.P.D |