Yo creo que no está mal hacer todos los intentos que uno cree posibles. Pero tarde o temprano, y a veces más tarde que temprano, eso termina.
Hoy es el último plazo que tu me diste para que definiéramos qué pasaría con nuestras vidas (al menos en esta parte de la historia. Yo creo que esto termina aquí por necesidad.
No me interesa ya pensar en el futuro. A veces, la obsesión por pegar el vaso quebrado no admite razones. Pero las hay.
Con el paso del tiempo, el viento levantará un polvo capaz de mezclarse entre las grietas del vaso quebrado y vuelto a pegar. Terminarán desapareciendo. Formarán un vaso renovado, cuyas grietas ya no se noten a los ojos de sus amantes.
Hoy, las intrigas, las inseguridades y las trabas de perfeccionar un amor vacilante no pueden construir lo que yo quiero. Tal vez tampoco lo que tu quieras.
Por eso no más oportunidades, porque el valor de una libertad que no admite atarse a ninguna pasión no tiene ningún precio, mucho menos lo vale el de dos amantes confundidos (claro, uno más que el otro).
Hoy admito la posibilidad. Hoy reconozco esa derrota afectiva porque me siento sentado sobre el umbral de una construcción peligrosa para ambos.
Y quizás cometo el error de interpretarte, tal como otras veces, y probablemente hacerlo mal y equivocarme, pero es lo que siento, que se construye sobre la especulación de dejar atrás intrigas y procesos que aun están muy frescos en nuestras mentes y sentidos.
No es imaginable el vacío que provoca esto. Quizás tenías razón sin quererlo. Mis confesiones, aunque verdaderas, son demasiado apresuradas, demasiado pronto, casi al instante, a riesgo de ser traicionado por la incertidumbre que ha nublado mi decisión contigo durante este episodio gris con algunas luces que se extinguen.
Puedes no creerme, pero eso no cambia en absolutamente nada lo que pienso y digo. Porque tu has cargado con la pena de -quizas- un rechazo, pero con la convicción de quererme firmemente. Yo cargo con la incertidumbre total, que se inicia en el no saber qué, cuándo ni cómo hacer para aclarar este sinsabor que pasa por mis indecisiones.
Y que quede claro, esto no una lamentación lo que te ofrezco, es una declaración de voluntad en la esperanza de que sea la penúltima. Así quedará una oportunidad final para venir por tí en un futuro incierto y tan lejano como cercano.
También pido perdón por todas las angustias, por la tuyas, porque por las mías yo no tengo perdón para mi mismo en una indescriptible soledad que me aleja de la Soledad que más quiero, la tuya.
Pero eso es lo poquísimo que hoy puedo -y vengo- a ofrecer. Un receso que proyecte un mejor futuro para ambos en otro tiempo y lugar que no nos convoque de las inseguridad que hoy existen. Una renovación de aires que nos sorprenda de nosotros mismos una vez que volvamos a vernos con otros ojos que quieran contruir algo nuevo y, ciertamente, mejor que lo anterior, pero los dos.
También estoy consciente de que puedes no aceptar, pero no estoy en condiciones de ofrecer otra cosa hoy, desde el alero de las incertidumbres que ahora me cobijan.
Te Amo y te Quiero porque si no más, porque eri linda, eri mia, por todo lo que implica estar cerca tuyo y vibrar de no poder contener lo que se siente, pero hoy renuncio voluntariamente a eso que ofreces con locura, pero también hoy para mi, con duda. Y como la duda es un beneficio hoy me quedo con ella y con todo lo bueno que me diste.
El Coronel |