Después del golpe vino la sangre,
Después llegaron los ladrones,
después los gritos, que antes también estaban ahí.
Después del golpe vino la desesperación,
y yo corriendo de un lado a otro con los dientes en el piso.
Llegaron los ladrones, los gritos y los pacos,
y siguiendo ese orden lógico de pronto todo comenzó a perder el sentido.
Dientes en el piso, excesivamente grandes, desorden,
los pacos se preocupan por las manchas de sangre en el tapiz del auto de la primera comisaria,
y te juro, te juro que no entiendo nada, te juro que trato pero no encuentro mi diente, no entiendo nada,
no se si tengo rota la cara, la mandibula o el corazon,
no se si me cai porque soy hueona o porque ese hoyo salio de la nada,
te juro que la fractura maxilofacial no duele tanto, te juro que camino despacio, que como papillas, que vendo la bici.
Te juro que me voy a la conchetumadre, porque me falta un diente, los otros están chuecos y quebrados, y tengo el labio inchado como si me hubiera puesto botox,
Dientes demasiado grandes, demasiada sangre.
Muchas preguntas, llamadas telefónicas.
Te juro que no estaba cura, que me porto bien,
que vivo en providencia.
Te juro que llamo a mi madre,
que no mancho los asientos con sangre.
La insensibilidad que, valgame dios, nos caracteriza,
no es nada mas que un paso en este camino a la endodoncia.
Un año de preparación no es nada, para un paco que se caga de miedo cuando me ve sonreír.
Y te pregunto en todas las formas posibles: ¿No te da asco darme un beso ahora que me faltan dientes? |