Leyenda del pueblo Totonaco. Veracruz. México
Investigación bibliográfica Sendero
Un huérfano errante por el monte espeso vió un hacha suspendida en el aire que por propio impulso cortaba leña, la leña se hizo un atado y por veredas fue rodando, rodando*, y tras el muchacho el fardo se adentró en la pirámide del los Nichos morada de los doce Tajines, doce viejitos quienes tomaron al joven a su servicio.
Los viejitos cuando salían a trabajar sacaban de un baúl, capas, botas y espadas. Las capas revoloteadas producían vientos y golpeando con las botas los truenos y al desenvainar las espadas los relámpagos, esas eran las tareas de los doce viejitos. Durante una ausencia de los Tajines el muchacho tomo el traje más poderoso y empezo a retozar en el cielo provocando una tormenta pasmosa. Los viejitos salieron a capturarlo le hecharon montañas de nubes y el joven se escabullía. Le pidieron un cabello a la virgen que arrojado se volvió cadenas. Alguien dice que los viejitos como atadura usaron el arcoiris. Al joven lo precipitaron en el mar, en el fondo yace, ahí ha envejecido. Por el día de San Juan se revuelve, se oyen sus voces roncas, graves, quiere saber la fecha exacta de su santo, para poder celebrarlo, pero lo engañan, pues de saberlo se desataría un diluvio
* De esta idea:
Basado en una leyenda Totonaca
El leñador se desperezó estirando el cuerpo.
Se calzó las botas y fue por sus arreos.
Con el dedo pulgar comprobó el filo.
Observó a la lejanía y con una leve inclinación de la testa saludó a los cuatro puntos.
Respiró hondo y de a poco fue moviéndose en círculos,
iniciando una danza de gratitud por los bienes concedidos.
Con las manos ceñía el mango del hacha y lo giraba,
cortando gajos de viento con el borde plateado.
Los tacones de sus botas sonaban en el piso como si miles de potros trotaran sobre la estepa.
Avanzaba, se detenía y daba vueltas por encima del piso. Parecía una libélula.
El sudor hacía regatos dibujando el perfil muscular de su cuerpo.
Después la mirada caía sobre los grandes árboles y el sonido de caballos presurosos se transformaba en golpes certeros sobre los tallos.
Provocando el miedo germinal por los estruendos.
El sudor del cuerpo corría por cordones de cristal… .
Las gruesas de leña se disponían como tambores acostados.
Del norte y del sur llegaban vientos que revolvían la oscuridad del cielo. Los hatos rodaban.
El leñador corría de un lado a otro tratando de detener los tambores.
Enojado levantaba el hacha y las luces que caían sobre filo,
se convertían en relámpagos.
Poseído, disparaba rayos hacia la luna, hacia la tierra.
El sudor incesante formaba arroyos que al resbalar por los promontorios cuajaban en cascadas ahogando las ínsulas.
Al volver a danzar, llegaba la calma y daba fin a la furia cuando se dormía ocupando la mitad del cielo.
para saber mas
http://www.cnca.gob.mx/cnca/inah/zonarq/eltajin.htmlhttp:
//www.laregion.com.mx/veracruz/espec iales/cultura/tajin/cultura.php
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