¿Por qué no podré ser aquel telegrama que tanto ansias recibir entre tus pétalos?
Recógeme de ese rincón oscuro que se esconde bajo tu puerta...y hazme cariño hasta que el silencio de tus pestañas se canse y me dejes caer en el vacío áspero que me mezcla con desperdicios sentenciados a deshacerse como miles de gotas de lluvia que descansan sobre las espinas marchitas y secas.

Y si tan solo de repente quisieras encontrarme para oír entre las letras una voz dulce,
¿seria el destino acaso una señal curiosa que se asoma entre tus sentidos, para darte la esperanza de poder oír lo que tanto hueles en la piel de tus manos?

¡Cómo quisiera desviar el laberinto de escamas que ahora me confunden entre la multitud de oídos profundos!
Sabor a silencio y olor a calmantes; ¿será mi alma entonces aquella sustancia gaseosa que inquieta baila al ritmo de las mareas de frío y calor?