Avicolas olimpiadas 2
En ese momento algo inesperado sucedió: seis o siete rechonchas gallinas volaron pesadamente de la arena hacia un árbol seco sin hojas y con cierta dificultad se acomodaron sobre las ramas.
Una urraca preguntó extrañada :
-¿Qué clase de vuelo fue ése? Las gallinas ni siquiera tienen los huesos huecos para volar.-
Los otros pajaros comenzaron a reir discretamente en un principio y luego incontrolablmente.
-¡Cinco puntos! – anuncio el casuario.
Las gallinas se molestaron y s excusaron así::
-Nosotras no estábamos compitiendo, solamente volamos a este árbol para poder ver mejor.-La explicación provocó aún más risa entre la concurrencias y viejo buitre comentó maliciosamnte: ‘-Las gallinas ya estan mosqueadas-’ Se escucharon carcajadas. En ese momento un joven gallo Plymouth Rock de finas plumas jaspeadas, con cresta muy colorada, fuertes piernas y una oscura colada encorvada, se coloco en el centro del claro y dirigiéndose a la mulitud con claro acento sureño explicó a viva voce:
-¡Ki-ki-ri-kiiiii, óiganme a miiii!!! Mis bellas amigas las gallinas, como ya explicaron, no estaban compitiendo, solo cambiaron de lugar y a decir verdad, cinco puntos sin siquiera tratar no está tan mal que digamos. Reirse de tal cosa es francamente una tonteria.-
Todo esto era al cabo cierto, los pájaros lo comprendieron y poco a poco termió la algarabía.Las gallinas vieron al gallito con admiración, queeee, casi con adoración ya que el joven gallo tenia buen porte, pero mas que todo por su esfuerzo y valentía para ganar control de la difícil situación, enfrentándose a la audiencia y hasta a los jueces, ganándose así el respeto de todos, grandes y chicos.
-¡Ave Mariiiiaa!- dijo una gallinita inglesa -…y miren esos espolones…-
Una bandada de loros inicio ahora su vuelo. Los nuevos contendientes tenian sin duda mucho color pero carecian de organización. Sus constantes graznidos dándose instrucciones unos a otros afectaba su concentración. Volaban de árbol en árbol en desorden parándose donde podian y a menudo colgados cabeza abajo. Finalmente regresaron al punto de partida pero su constante charla no paraba.
Aquello era casi embarazoso. Después de consultar entre ellos, el kiwi declaró que merecian siete puntos lo que los colocaba abajo de las palomas y a penas sobre las gallinas.
El murciélago intercediá por los pobres loros:
-Un momento, señores jueces, siete puntos no parecen apropiados, miren como cuelgan de las ramas cabeza abajo.-
-Cierto, pero eso no es vuelo- alegó el kiwi – es simplemente colgarse con las patas.-
El murciélago insistió –Es parte de su rutina y, ademas ¿Cuantos de ustedes en realidad saben como colgarse asi de las ramas?
Nadie quiso contradecir al Consejero Técnico, especialmente que al hablar, él mismo se encontraba colgando cabeza abajo.
-Corrección, reciben diez puntos- aclaró el ñandú.
Sin embargo los loros se sentian mortificados y la vergüenza se reflejaba en sus rostros que tomaron en parte un color rojo que aún se puede observar en estos dias en algunos de ellos, sobre las cabezas, contrastando con su plumaje verde.
Las cosas habian cambiado, la competencia no estaba ya amena. La multitud estaba nerviosa y bulliciosa y una nube de discordia es expandia en lo que hasta entonces había sido una tarde de cordialidad. El torneo iba de mal en peor. El búho pidió a la orquesta que por favor tocaran alguna melodía alegre. Canarios, mirlos, cenzontes y clarineros, algunos luciendo todavía sus medallas, hicieron lo imposible por calmar los ánimos con dulces y alegres trinos pero no lograban mucho. Se ponía difícil el momento.
En ese instante ocurrió casi un milagro.... |