Pequeñas mediocridades que intentan disfrasarse de olvidos, de incremento en el desapego, de no necesidades. Dudas, rencores, intento de reconstrucción parcial de una vida hace un tanto muerta, acabada.
Y bien, ya no había nada, ya no nos queríamos (vos), pero que lindo era mentirnos, jugar a reinventarnos. Tal vez no sea tan difícil no volver a recorrer algunas calles, pero todavía hay camas con recuerdos de vos, y duchas que bañan lágrimas por la nostalgia.
Tal vez el reloj y el calendario sigan avanzando, y entonces, quizas, algunos días se borren, o dejen de ser recordatorio de algo, pero, ¿qué hay del invierno y del verano?, ¿qué hay con esas primaveras que no tienen sabanas azules ni juegos macabros?
De a momentos quiero ser sorda, ciega y estúpida (aún más estupida). Para jamás vovler a escuchar un ruido con tu marca, para no afrontar las realidades, y para ser totalmente inconciente de todo auquello.
Tengo cuatro coxales y veintisiete costillas pero hay marcas que son invisibles, tal vez la suma total sea de ocho pulmones, 3 mil vertebras y un millon y medio de pequeños corazones, puesto que no pueden verse nadie lo creería.
En otros instantes simplemente me conformaría con desaparecer, perder la memoria o volverme autista o algo por el estilo, tal vez así podría alijerar la carga, porque la vida que tenía no era vida, y se supone que ya no podría ser más una maquina autocomplaciente... |